domingo, 12 de noviembre de 2017

La historia y los derechos de lxs trabajadorxs en las aulas

Por Luis Klejzer
En las aulas del secundario bonaerense enseñamos muchas veces los derechos de lxs trabajadorxs. Lo hacemos cuando hablamos de la inmigración de principios de siglo XX. Les decimos que venían inmigrantes de Europa a trabajar a un país que los recibía con la promesa de un futuro asegurado pero, sin embargo, eran recibidos por la peor de las explotaciones, vivían hacinados en conventillos, muchos de sus hijos no accedían a la escuela y fueron los que tuvieron que trabajar en las primeras fábricas e industrias por 10 y 12 horas diarias. También hablamos de los derechos laborales cuando repasamos las primeras leyes obreras del país, obtenidas por las luchas de los sindicatos socialistas y anarquistas y por parlamentarios como Alfredo Palacios y Del Valle Iberlucea. Los vemos cuando charlamos sobre las luchas de la FORA con dirigentes como Antonio Soto y todos los peones rurales de la Patagonia. Posteriormente, los trabajamos con la irrupción del peronismo. Más tarde la resistencia peronista, los planes de lucha de la CGT y el surgimiento de la CGT de los Argentinos con el gran Agustín Tosco. Los ligamos con las dictaduras, la rebelión obrera estudiantil de Córdoba y los bastones largos.

Más cerca en el tiempo, hablamos de los derechos de los trabajadores en la historia reciente. Primero, para trabajar la última dictadura militar, leemos la carta abierta del gran Rodolfo Walsh:
“En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.”[1]  
Después, durante los años neoliberales de Menem y De La Rúa, leemos sobre privatizaciones, desocupación, reformas laborales y leyes “Banelco”.
Les explicamos a nuestrxs alumnxs que desde un principio los trabajadores se juntaron en gremios de oficios, luego en sindicatos y, finalmente, en centrales sindicales. También les decimos que siempre hubo diferentes visiones ideológicas de esos gremios: primero socialistas y anarquistas, después sindicalistas, luego vinieron los sindicatos peronistas cercanos al Estado y hasta algunos radicales. Toda esta organización sindical, que es un derecho alcanzado a costa de peleas y sangre, se hizo para luchar por mejores condiciones de trabajo, luego por la jornada de 8 horas y más tarde por aumento de salarios.
Más adelante se empezó a luchar por más y mejores condiciones laborales. Así llegaron las vacaciones pagas, el aguinaldo complementario, los convenios colectivos, la ley de asociaciones profesionales y la ley de contrato de trabajo.
Obviamente les decimos que no fue fácil. Que los gobiernos y las clases empresarias, nunca quisieron ceder derechos. Hubo muchas huelgas generales, como la semana roja del 1909, la semana trágica de los talleres Vassena, las huelas patagónicas y lamentablemente, en todas ellas, hubo represión estatal, paraestatal, detenciones y muertes.
También le comentamos que la respuesta “institucional” de los diversos gobiernos fueron la sanción de leyes represivas como la ley de residencia de 1902, los estados de sitio, las leyes de “defensa nacional”, el plan conintes y distintas leyes antiterroristas que solo sirvieron para reprimir, encarcelar y matar a los trabajadores.
Como actividad práctica, les proponemos trabajar la pertenencia de clase. La de nuestros alumnos y la nuestra como docentes. Sin dudas nos sentimos parte de esas luchas obreras: de la huelga de inquilinos de 1907, de la semana trágica de 1919 y del 17 de octubre 1945; de la toma del frigorífico Lisandro de la Torre de 1959 y del plan de lucha de 1964; del Cordobazo de 1969 y de los lápices escribiendo en 1976; de la histórica huelga docente de 1988 y de los piquetes de 1996; de la carpa docente de 1997 y de los cacerolazos del 2001; del puente Pueyrredón en 2002 y de los juicios contra los militares genocidas en la última década.
Así llegamos a nuestros días y les damos un recorte de diario, ahora en digital. Allí leemos las reformas que se quieren impulsar últimamente en nuestro país. Lo vinculamos con lo sucedido en Brasil después del golpe a Dilma y las condiciones en los países de Centroamérica. Entre todxs, pensamos cómo se deshacen tantos derechos conseguidos por tantas generaciones. Nos hablan de salarios como si fueran costos. Nos hablan de banco de horas, para alargar la jornada laboral. Nos hablan de modernización, para decirnos que “sobran trabajadores”. Nos mienten con la falta de inversiones, para sacarnos convenios colectivos. Nos hablan de “negocios sindicales”, para desafiliarnos de los sindicatos. Nos dicen que nuestros corazones laten “si se puede”, para que emprendamos oficios irregulares. Nos mienten con la falta de aportes, para que aceptemos que no tendremos jubilaciones. Esta historia ya la vivimos y siempre hubo resistencia. Pero también hubo cómplices y comparsas que apoyaron estos retrocesos. Civiles y militares.
Finalmente nos damos cuenta porqué quieren sacar la materia historia de las escuelas: no quieren que les contemos cómo resistieron los pueblos originarios a las masacres y pestes de los conquistadores. Que escondamos las luchas de nuestros libertadores que se sacaron el yugo colonial. Que no lo relacionemos con el hambre de nuestros inmigrantes. Que no lo vinculemos con las primeras asociaciones sindicales y las huelgas obreras. Que tapemos a los caídos y a los sublevados. Que no digamos que sancionaron estados de sitio para reprimir y que no les mostremos los porcentajes del Nunca Más. No quieren que les digamos que hace solo 20 años se votaron leyes antipopulares con diputados truchos y repartiendo dinero sacado de un cajero automático.
Tampoco quieren que les enseñemos que los trabajadores tienen el derecho de reunirse, organizarse y buscar su propio destino.
Esos que continúan sentados allí, en eso que llaman parlamento y que quieren votar leyes que recortan nuestros derechos. Esos derechos conseguidos y que no deberíamos dejar que nos los quiten.




[1] Carta Abierta a la Junta Militar. Rodolfo Walsh. 1977.

No hay comentarios :

Publicar un comentario