por Luis Klejzer
Se cumplen 34 años del retorno a la democracia formal. También se cumplen 2 años del inicio del retroceso.
Fueron 7 años de dictadura donde se aplicó un plan sistemático de tortura, desaparición y muerte para disciplinar a la clase obrera y el pueblo. Los objetivos fueron muy claros: llevar la tasa de ganancia empresaria a zonas exorbitantes a través de políticas económicas neoliberales.
Claramente, volver a un Estado de derecho, después de haber vivido en una excepcionalidad terrible, era un verdadero desafío. Dejar atrás el terror era para algunos “comer, curar y educar” y para otros conseguir “paz, pan y trabajo”.
Los civiles cómplices se transformaban en demócratas de la noche a la mañana. Los empresarios ponían nuevas reglas para subir su tasa de ganancia. Los políticos del sistema se reciclaban en nuevos proyectos con viejas mañas.
Mientras una parte de la sociedad buscaba justicia rondando la plaza, otro sector intentaba esconderla. Una parte íbamos frenando levantamientos militares, mientras otros se pintaban la cara para conseguir la “santa” impunidad.
Mientras los muchos le hacíamos frente a la inflación, hiperinflación e hiperdesocupación; otro sector, el privilegiado, compuesto por los civiles de la dictadura, los banqueros, y el imperialismo se llenaban los bolsillos con poca democracia y muchos dólares baratos.
Durante 34 años vimos a políticos intentando privatizaciones públicas, otros actuando de oposición y finalmente éstos efectivizando las privatizaciones grotescas. Con diputados truchos y tarjetas banelco. Al mismo tiempo iban dejando trabajadores en la calle, a veces, aplastando resistencias con violencia institucional y, otras tantas, con la complicidad de las urnas. Los ramales que resistieron, cerraron.
Fueron 7 años tomando deuda para la bicicleta y estatizándola. Fueron 34 años pagando esa deuda y tomando más. Los cómplices viviendo la fiesta y el pueblo pagándola.
La pobreza subió hace 41 años a niveles inaguantables a costa de muerte y miedo y bajó, apenas, a costa de organización, lucha y represión. Fueron más de 3 décadas resistiendo planes de ajuste de diversa intensidad: el austral, el primavera, la convertibilidad y la sintonía fina. Aprendimos de ollas populares, de cortes de rutas, de chicos yendo a las escuelas a comer y de episodios de saqueos como último recurso.
Fueron 34 años intentando recuperar algo de lo perdido ocupando para poder vivir, resistiendo desalojos y siendo víctimas de los negocios inmobiliarios de los civiles, devenidos en demócratas. Fueron años flexibilizados, precarizados, ajustados y ninguneados.
Y cuando creímos que habíamos avanzado un poco en nuestros derechos, la historia comienza a retroceder.
Los cómplices civiles volvieron a sacar su cara autoritaria. Cuando creímos que avanzamos en organización, nos vuelven a meter bala por la espalda. Cuando pensamos que avanzamos en la conciencia, identificamos en los medios de comunicación las tapas de “total normalidad” o “estamos ganando” mezcladas con “la crisis causó dos nuevas muertes”. Cuando nos cruzamos en la calle reconociéndonos en la organización y en la dignidad, vemos enfrente a los aplaudidores de un régimen amarillo restaurador.
Y así observamos cómo la historia logra lo imposible, una seguidilla de imágenes se nos cruza como una película reproducida para atrás: en apenas 2 años vemos represión con muertos y desalojo violento de las fábricas; la inflación que no baja y los comedores que se vuelven a llenar de pibes sin zapatillas; las ollas populares se multiplican con familias enteras desesperadas mientras los ricos viven su opulencia.
En fin, vemos los primeros dos años de un retroceso que parece durará un largo tiempo, a no ser que los trabajadores y el pueblo utilicemos toda nuestra memoria colectiva acumulada, pongamos en práctica lo que aprendimos en estos 34 años, con aciertos y errores; y nos organicemos para enfrentarlos con esa valentía que nos caracteriza a los de abajo. Aquellxs que vivimos estos 34 años resistiendo a los que gobiernan desde hace 41.
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