A Mario Benedetti
Por Luis Klejzer
Defender la alegría como una trinchera,
en tiempos de retroceso de los derechos sociales
defendamos la alegría. Defendámosla del escándalo de los frívolos de la
televisión basura con la que intentan tapar tanto daño. Defendámosla de la
rutina de la miseria de nuestros pibes hambrientos y de los miserables que condenan
a nuestros pibes a la miseria. Superemos la miseria construyendo con
solidaridad un futuro mejor para todos.
Defender la alegría como un principio,
en tiempos de restauración neoliberal y los destinos son
conducidos por ceos de principios mercantiles. Levantemos nuestros principios
de compañerismo y lucha. Defendámosla de los supuestos neutrales que critican
con anteojeras mientras los abuelos se quedan sin remedios. De los infames que
mienten en los parlamentos mientras le meten la mano en el bolsillo a millones
de ciudadanos. Hablemos, debatamos y construyamos contrahegemonía, desde abajo
y a la izquierda.
Defender la alegría como una bandera,
siempre en alto y al frente de las reivindicaciones
populares. De la melancolía de los golpistas que añoran viejas prácticas
mientras aplauden su lenta reinstalación. De los canallas que pretenden
retroceder a épocas oscuras de ganancias fáciles, alta desocupación y pobreza
creciente. De la retórica de los escribas del poder que se recibieron en las
academias de la infamia y hoy repiten las mismas fórmulas de la mentira por las
cloacas de las corporaciones mediáticas.
Defender la alegría como un destino,
porque va a ser nuestro si nos mantenemos alertas y
movilizados. Es nuestra historia. Nosotros la enseñamos y entre todos la
hacemos. Porque en ella están los Lepratti solidarizando en bicicleta y los Tosco
iluminando la clase. Los Maldonado solidarios con los pueblos originarios y los
Ferreyra con los precarizados. Los Fuentealba de las aulas devastadas y los
Walsh de las cartas abiertas y valientes. Defendamos la alegría del fuego del
imperialismo y de sus socios homicidas. Defendamos nuestros derechos que no se
toman vacaciones mientras ellos se instalan en las mejores habitaciones a
seguir pensando en sus tasas de ganancia.
Defender la alegría como una certeza,
de que triunfaremos unidos y en la lucha. Porque si
tenemos certezas es porque creemos en nuestros abuelos de Plaza Lavalle y Plaza
Congreso. De la memoria de nuestros pibes del gatillo fácil y de los iluminados
en Cromañón. Defender la alegría del óxido de sus pensamientos espurios y fascistas
y de la roña de sus bolsillos manchados con sangre. De los oportunistas del
miedo y de los votos y de los proxenetas de la risa.
Defender la alegría como un derecho,
frente a sus atropellos y su soberbia. Defenderla de sus
dioses verdes y de nuestras deudas a cien años. Defenderla de sus dobles apellidos
de calles oligarcas y traerla a nuestros barrios pobres y semi oscuros.
Defender nuestra alegría a pesar de la muerte. Proponiendo vida y más vida. Y
también de la alegría.
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