jueves, 24 de diciembre de 2015

El concepto de virtù en Nicolás Maquiavelo

Introducción general
Nuestro trabajo intentará recorrer el concepto de virtud en la figura de Nicolás Maquiavelo. Sobre este tema hay mucho escrito, razón por la cual, debemos repasar y analizar una serie de textos que van desde los más clásicos a los más actuales.
La importancia de estudiar este concepto radica en que nos permite conocer el pensamiento político de una figura trascendental en la ciencia política moderna, surgida en el renacimiento al calor de las fundaciones de las ciudades-estados que marcarían el inicio de la transición de la Edad Media a la Modernidad.

En ese contexto, nuestro personaje ocupa varios cargos diplomáticos en el gobierno de Florencia. Desde allí defendía la unidad italiana y por eso aconsejaba constituir un Estado, duradero y para ello recomendaba una República. Sin embargo, fue destituido y deportado. En esa condición escribe los libros que trabajaremos en esta investigación: El Príncipe (1513) y los Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1519).
Nos interesa demostrar que no existe ningún tipo de contradicción entre el Maquiavelo de El Príncipe y el de los Discorsi, ya que en ambos libros trabaja el concepto de virtù; en el primero a modo de consejos al soberano, en el segundo, para describir la importancia que tiene la participación del pueblo en la vida política para engrandecer la ciudad.
Primero haremos un estado de la cuestión y presentaremos el concepto, luego haremos un breve repaso sobre el uso del concepto en la historia, posteriormente trataremos de demostrar la importancia del concepto en Maquiavelo a partir de la exposición de múltiples interpretaciones y finalmente arriesgaremos algunas conclusiones.

Estado de la cuestión
Haciendo un análisis de lo relevado, podemos concluir que encontramos dos etapas de la escritura sobre el tema. En primer lugar, los trabajos realizados por la Escuela de Cambridge y la historia del pensamiento político. Un trabajo minucioso y académico  donde se pretenden leer los clásicos con una metodología particular. En palabras de Rebasa Gamboa, para ellos, leer un clásico supone:
“…sustituir el textualismo como interpretación subjetiva de los textos clásicos, por el enfoque contextualista que explora las condiciones históricas (incluyendo el lenguaje) que determinaron el surgimiento de las ideas políticas, a fin de explicar el verdadero significado que quisieron darle sus autores” (Rebasa Gamboa: 157)

En este sentido, leer a Maquiavelo es leerlo en su contexto.
 Por eso tanto Quentin Skinner como John Pocock, referentes indiscutidos de la escuela citada, han estudiado el concepto de virtù en Maquiavelo y su recuperación particular sobre una idea que ya habían utilizado pensadores anteriores. En este sentido, Skinner en su trabajo Los fundamentos del pensamiento político moderno trata el tema de la virtù analizando los distintos significados que le dieron anteriormente a ese concepto y cómo lo toma el renacimiento:
“El paso primero y fundamental que los humanistas dieron consistió en elucidar la secuencia de sus posiciones subyecentes en el concepto ciceroniano de virtus: en primer lugar, que en realidad es posible que los hombre alcancen el más alto tipo de excelencia.” (Skinner, 1985:111) 

Luego plantea la recuperación del concepto de virtù en los consejos a los príncipes. “Tampoco había nada novedoso en las suposiciones subyacentes en el consejo que los humanistas de finales del Renacimiento pasaron a ofrecer a los príncipes de su época”. (Ibídem: 142)
Finalmente, plantea que:
Para Maquiavelo, como para los demás humanistas, el concepto de virtú es aplicado así para denotar la cualidad indispensable que capacita a un soberano a desviar los dardos y flechas de la fortuna adversa, y a aspirar, por consiguiente, a alcanzar el honor, la gloria y la fama.” (Ibídem: 145-146)

Por su parte, Pocock trabaja el concepto de virtù en su libro El momento Maquiavélico. En este trabajo, el neozelandés  busca explicar el momento espacial y temporal donde aparece el pensamiento de Maquiavelo, y su impacto en el “humanismo cívico” florentino que era parte de una “tradición republicana”.
Siguiendo a Laura Adrian Lara
“es importante subrayar que, cuando Pocock trata el humanismo, sólo considera a los humanistas del siglo quince, pero no a los pre-humanistas de los siglos doce y trece inspirados por Cicerón, como Brunetto Latini, sobre los que ha trabajado Quentin Skinner” (Adrián-Lara: 175)

Marcada la diferencia, para Pocock, la virtù de Maquiavelo tiene más que ver con la capacidad individual para la acción política y militar a diferencia de la idea de virtud como justicia de los pre-humanistas.
Existe una segunda etapa de escritura, donde todos aquellos que escribieron sobre Maquiavelo y particularmente su concepto de virtù, citan los trabajos de Skinner, Pocock y demás autores de la escuela de Cambridge.
En esta etapa encontramos distintas producciones e investigaciones donde se busca problematizar el concepto, su uso y su vigencia.
En este grupo podemos encontrar el trabajo de José Abad de la Universidad de Granada que explica el significado que va tomando la palabra virtud durante la historia y principalmente el uso que le da Maquiavelo:
“Durante el Medievo, el término virtus conoció un importante cambio de significado, desde la idea inicial de “madurez” o “excelencia”, al de “perfección” de orden moral. Maquiavelo haría un concepto clave de la idea de virtù, pero devolviéndole la polisemia primera y, en consecuencia, prescindiendo de la dimensión moral. Las traducciones al español que no tengan en cuenta dicha polisemia traicionarían una idea fundamental en obras de relieve como El Príncipe.” (Abad)

También podemos encontrar trabajos en clave comparativa.  Humberto A. Romero Amenta analiza el concepto en comparación con Spinoza y Hegel. En este trabajo, Amenta plantea que “Spinoza se ve influenciado por este concepto de Virtù, el cual entendía como Conatus”. Mientras que en Hegel, sigue Amenta, podemos encontrar la relación dialéctica en tanto la Virtù necesita de su opuesto, la fortuna, para realizarse. “…La Fortuna encierra en sí misma la Virtù y la Virtù la Fortuna. Esta relación dialéctica Sujeto-Objeto ya la entendía el florentino en su tiempo.” (Romero Amenta). Otros trabajos lo comparan con Aristóteles: “Un filósofo y un político que, usando un mismo lenguaje, tratan de convencernos de ideas diferentes.” (Camilo Pino)
Otros trabajos prefieren hablar de la virtù en clave republicana. Algunos contrastando la moral cristiana con la moral vigente en Maquiavelo:
“La virtù maquiaveliana incluye, sin duda, múltiples componentes de energía, talento, pero no está completamente exenta de elementos morales. Del concepto de fortuna podemos extraer una serie de criterios para la acción política que forman parte de la virtù maquiaveliana, la cual, si bien se aleja de la moral cristiana vigente en su tiempo, le sitúa dentro de una moral republicana.” (Castillo Vegas)

Otros, en el mismo sentido, hablan de la virtù republicana en términos estrictamente políticos:
“Si queremos comprender la clave del éxito político, si pretendemos entender las razones de la grandeza de una ciudad, sostiene Maquiavelo, debemos detenernos en su virtud propiamente política -en su virtù-, en la capacidad que ella muestra de hacer frente a la fortuna.” (Hilb)

En fin, lo que nos interesa mostrar es que hay muchos trabajos sobre el concepto de virtù en la figura de Maquiavelo, y aunque existen diversas maneras de encarar el tema, todos contribuyen a pensar al diplomático florentino como uno de los pensadores renacentistas más influyentes de la ciencia política. Como plantea Atilio Borón: “…Maquiavelo es un “clásico” de la teoría política: alguien cuya obra trasciende las limitaciones de tiempo y geografía, y cuyas palabras poseen el raro don de la permanente contemporaneidad.” (Borón: 167)

El concepto
En primer lugar, para hablar de virtud debemos ir al diccionario. La real academia española define la virtud, en primera instancia, como “actividad o fuerza de las cosas para producir o causar sus efectos”. En este sentido se remite a la acción. Más adelante ya define virtud como una característica: “Fuerza, vigor o valor. Poder o potestad de obrar.” En este sentido ya podemos empezar a utilizarlo como adjetivo y eso es lo que nos interesa. Otra interesante definición, y que hace a nuestro trabajo, es el sentido ontológico del concepto. Siguiendo a José Abad, el término virtud viene del latín y designa al hombre en tanto individuo. Podemos decir también que vir está asociado a la idea de masculinidad. En términos de Abad: “así pues, el sustantivo virtus cabría traducirse como vigor, madurez, valor, entereza, eficacia, mérito, excelencia, etc.”
Es interesante ver que este concepto está íntimamente ligado al hombre como varón y, siendo también un adjetivo, podemos inferir que la virtud es una característica propia de los varones. Volveremos sobre esto más adelante.

La virtud en la historia
Un breve recorrido sobre el uso del concepto en la historia antes de Maquiavelo, nos lleva a la antigua Grecia. Es sabido el valor que le daban los filósofos griegos a la virtud en su forma individual y social al mismo tiempo. En el caso de Platón, la sociedad estaba dividida entre los que trabajaban, los que guerreaban y los que gobernaban (o pensaban). Cada integrante tenía un rol y debía actuar de acuerdo a su función en la sociedad. Pero como Platón habla de un ideal utópico, no tendríamos mucho para comparar con Maquiavelo ya que este último piensa en función de la racionalidad de los hombres.
Mientras Platón hablaba en el plano de las ideas, Aristóteles piensa en el plano de los hombres y en ese sentido es posible una comparación con Maquiavelo. Es conocida la idea del filósofo griego del hombre como “animal político” o “cívico”. Es decir, todos los hombre viven en sociedad porque, a diferencia de los animales, poseen logos, esta característica le permite a los hombres relacionarse y dialogar. “Politicidad, racionalidad y lingüística no constituyen conceptos muy diferentes entre sí; los tres se refieren a la misma condición humana.” (D´Auría: 23) La característica de la palabra le permite al hombre hablar de lo bueno y malo y lo justo e injusto. Estas características le permiten a Aristóteles afirmar que la finalidad del hombre es convertirse en ciudadano, mientras que la finalidad de la comunidad es vivir bien. Aristóteles creía que una comunidad se realiza cuando se constituye en ciudad-estado y la convivencia es esencial para el desarrollo de los seres humanos. Dentro de la ciudad el hombre se realiza, fuera de la ciudad hay bestias o dioses.
Para desarrollarse dentro de la ciudad, Aristóteles creía que los hombres debían actuar de acuerdo a la virtud. El buen ciudadano es quien sabe mandar y obedecer. Mientras que la virtud de quien manda es la prudencia. En síntesis, y siguiendo a Camilo Pino “para Aristóteles, la virtud es objetiva en cuanto es conforme a la razón, y también porque las virtudes son un modelo de hombre prudente.” (Pino)
Acá vemos una similitud entre Aristóteles y Maquiavelo, para ambos la virtud es una característica de los hombres. Pero mientras para Aristóteles la principal virtud del ciudadano es la prudencia, para Maquiavelo la virtud cívica tiene muchas más características que veremos más adelante.
En la edad media, la virtud va a adquirir un significado distinto. La concepción católica de sociedad era distinta y por lo tanto, la actitud de las personas también.
“El cristianismo primitivo aporta un marco de creencias establecidas por los padres de la iglesia que son:
·         Una comunidad instituida por dios que comprende a toda la humanidad.
·         Todo lo creado corresponde a un orden y jerarquía que sigue el modelo divino.
·         El Hombre está destinado a la vida futura y la presente se encamina y subordina a ella.” (Lavié: 7) [El punteo es nuestro]

Existen dos concepciones del poder, una que proviene directamente de dios al gobernante y la otra de dios por intermedio del pueblo y sus representantes.
En este caso las virtudes pasan a ser estrictamente del plano individual. Fue San Agustín quien planteó la existencia de dos mundos distintos. La ciudad terrenal y la ciudad de dios. En este sentido, Pino plantea que en la edad media:
“Se comenzaron a elogiar las «virtudes cardinales» (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), basadas en la contención y no en el ímpetu, y las ideas de fe, esperanza y caridad fueron recogidas en un mismo ramillete, el de las «virtudes teologales». La virtud medieval responde a las pautas sociales predilectas: el repudio del mundo y el elogio de la vida contemplativa, la obediencia y la disciplina propias del claustro monacal.” (Pino)

Maquiavelo romperá con esta tradición y retomará los clásicos “alejándolo de aquellas connotaciones adquiridas por influencia del cristianismo, y por otro, devolviéndole la polisemia que tuvo en la Antigüedad” (Pino), característica fundamental del renacimiento.

La virtù en Maquiavelo
Hacer un trabajo sobre un concepto clave de un pensador como Maquiavelo, supone también un compromiso con la historia.
En este sentido, estudiar el concepto de virtù en Maquiavelo es leerlo en su contexto. Estudiarlo e interpretarlo con el espíritu de las ideas de la época. Preguntarse: qué llevó a Maquiavelo a pensar y escribir tales cosas.
Para buscar esta respuesta y entender la ruptura que supone con los significados anteriores es necesario conocer el momento en el cual escribe nuestro autor.
“El siglo XV, siglo de la transición por antonomasia, tocaba a su fin (…) a través de guerras intestinas, rivalidades de núcleos urbanos y, sobre todo, de familias patricias, la tierra malherida sanaba de sus quebrantos y se habían ido formando poderosas y deslumbrantes ciudades-estados, como Milán, Florencia, Venecia, Génova y Nápoles. Roma volvía a ser lo que fue.” (Prólogo “El Príncipe”: 7)

Este es el mundo de pensamiento de Maquiavelo. Entre 1498 y 1512 desempeñó cargos cada vez más importantes en el gobierno de su tierra. El florentino ocupaba un cargo en cancillería cuando era un fervoroso defensor de la unidad italiana. Sin embargo, fue destituido por firmar el decreto que permitía la vuelta del exilio de la familia Médicis. En este escenario escribe dos de sus mejores trabajos que, paradójicamente, serán tomados como contradictorios por muchos años. El Príncipe (1513) es un “tratado sobre cómo el príncipe nuevo puede mantenere il suo stato (se usa la palabra estado en este sentido por primera vez...) o sea como conservar el poder” (Lavié: 16) Mientras que los Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1519) fue escrito para “explicar por qué medios llegó Roma, desde sus humildes comienzos, a convertirse en la gloria del mundo.” (Lavié: 15)
En este contexto, Maquiavelo rompe con la idea de virtud cristiana y le da un significado completamente nuevo. Aquella moralidad de las virtudes cristianas que permitían a los individuos ganar el cielo, ahora comienza a tener otro significado. En términos de Pocock podríamos decir que se da “el momento maquiavélico”, es decir “un instante de crisis en la relación entre personalidad individual y sociedad, virtud y corrupción” (Pocock: 559) En este sentido, según los griegos, el hombre era un zoon politikon; en la edad media el hombre era un homo religiosus; ya en el renacimiento se optó por la separación entre organización religiosa y sociedad.
“Para cuando el ciudadano, poco a poco, dejó de asemejarse a un santo, su personalidad cívica requirió de una virtud menos parecida a la capacidad de su alma para la redención y más a la autonomía del hombre megalopsíquico descrito por Aritóteles (…) Y una moralidad tal requería de un fundamento menos espiritual y más social, o incluso más material.” (Pocock: 560)

En este nuevo período histórico, el renacimiento, “Maquiavelo rompió con la tradición moral al llevarse el concepto de virtù a la órbita de la técnica y la utilidad; concretamente, de la utilidad política” (Abad)

Dos libros, ¿dos concepciones?
Muchas veces se ha comentado acerca de la posible contradicción que puede existir entre los dos libros más famosos de Maquiavelo: El Príncipe y Discursos sobre la primera década de Tito Livio. En ellos, el florentino habla del conflicto político y de las virtudes para enfrentar esos conflictos.
Si en El Príncipe, Maquiavelo se refiere a la virtù del que quiere construir un estado, en los discursos habla de la virtù de los ciudadanos para alcanzar el vivire libero.
En relación a esto coincidimos con André Singer que
“no hay contradicción entre ellos. El Príncipe muestra el arte necesario para fundar un Estado. Los Discursos, el arte necesario para mantenerlo. En el primer caso la libertad es la meta. En el segundo, la condición indispensable. (Singer)

Siguiendo a Claudia Hilb en ambos textos, Maquiavelo, trabaja la idea de virtù, pero lo trabaja en relación a otro importante concepto: la fortuna:
“Explorará en El Príncipe y en los Discorsi las condiciones de estabilidad de los regímenes políticos: allí, la capacidad de un régimen –sea Príncipe o República – por hacer frente a los golpes de la fortuna, tomará el nombre de virtù.” (Hilb: 130)

Como decíamos al principio, mientras que la virtud tiene la connotación del varón, del hombre que tiene ciertas características, por su parte, la fortuna, es su opuesto, “una materia femenina, maleable y dominable- y que “para tenerla dominada es preciso tratarla sin miramientos…” (Rinesi: 55) Una interesante interpretación sobre este tema la podemos encontrar en Ignacio Cofone:
“La política, para Maquiavelo, es el arte de lidiar con la Fortuna; esto es, con la pura e incontrolable contingencia de los eventos. La virtù, a su vez, es la capacidad de hacer esto, incluyendo tanto los instrumentos de poder como las cualidades personales que se poseen para hacerlo. La virtù y la Fortuna se encuentran, de este modo, en una relación antitética en la que una lucha por dominar a la otra, y a la vez en una relación simbiótica, en la que la Fortuna le presenta al gobernante las oportunidades que con su virtù puede aprovechar. En este sentido, la virtù es definida por Strauss como la suma de cualidades requeridas para rendir servicio a la sociedad política.” (Cofone: 323)

Entonces podemos decir que tanto para el príncipe que pretende mantener il suo stato como para los ciudadanos que pretenden alcanzar el vivire libero es necesario controlar la fortuna, hacerle frente a las contingencias a través de la virtù.
En el caso del príncipe una de las principales virtudes es tener la astucia del león y la habilidad del zorro.
En El Príncipe el florentino plantea que hay dos formas de combatir:
“Una, con las leyes; otra, con la fuerza. La primera es distintiva del hombre, la segunda, de la bestia. Pero como a menudo la primera no basta, es forzoso recurrir a la segunda. Un príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre (…) De manera que, ya que se ve obligado a comportarse como bestia, conviene que el príncipe se transforme en zorro y en león.” (Maquiavelo: 110)

Mientras que la virtù cívica sería defender la forma republicana a través de la participación en el proceso político y luchar contra la corrupción y la dominación; prosperando cada uno se logra el crecimiento de la Ciudad.
“Como también de que nacen ciudadanos libres y no esclavos, y que mediante sus méritos pueden llegar a ser hasta jefes del estado. Las riquezas que proceden de la agricultura y de la industria se multiplican, porque cada cual se aplica a aumentar las suyas, pudiendo gozar de ellas libremente, y conforme crecen las de los particulares aumentan las del estado. (Maquiavelo: L 2 Cap. 2)

Conclusiones
Luego de trabajar el concepto virtud en forma transhistórica, tratamos de demostrar que en el renacimiento, primero los humanistas y luego Nicolás Maquiavelo, le dieron a este concepto un giro en su concepción. Si en la Edad Media el término tenía que ver con la moral cristiana, el nuevo sentido tenía que ver más más con lo político y social, poniéndolo al servicio del conflicto político.
Esta redefinición de virtù, en relación inseparable con la fortuna, nos permite ver cuáles eran los principales pensamientos de Maquiavelo que fue duramente criticado como amoral y erróneamente caracterizado bajo la frase: El fin justifica los medios.
Para finalizar, estamos en condiciones de confirmar nuestra hipótesis diciendo que para Nicolás Maquiavelo el concepto de virtù, la forma en que se procede frente a las contingencias, es central, tanto para el príncipe que quiere construir un estado y sostenerlo, como para los ciudadanos de una república que pretenden vivir en libertad.















Bibliografía
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BORÓN, Atilio. Maquiavelo y el infierno de los filósofos. FLACSO, 2000. En: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/maquiavelo/boron.pdf
CASTILLO VEGAS, Jesús Luis. Fortuna, virtù y gloria consideraciones sobre la moral republicana de Maquiavelo. Praxis Filosófica, núm. 26, enero-junio, 2008, pp. 93-109 Universidad del Valle Cali, Colombia.
COFONE, Ignacio. Maquiavelismo: concepto y significados. Una lectura desde la virtù. Universidad de la sabana. Colombia. 2009.
D´AURIA, Anibal. y BALERDI, Juan. Estado y Democracia. Propuestas para una teoría del Estado Demo-representativo. Editorial docencia. 1996.
HILB, Claudia. Maquiavelo, la república y la virtù. En publicación: Fortuna y virtud en la república democrática. Ensayos sobre Maquiavelo. Tomás Várnagy. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. 2000.
LAVIÉ, Claudia. El pensamiento político clásico. UNGS. 2014.
MAQUIAVELO, Nicolás. El Príncipe. Editores Mexicanos Unidos. S. A. México. 1985
MAQUIAVELO, Nicolás. Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Biblioteca del político. INEP AC. En: www.inep.org
PINO, Camilo A. La Virtud en Maquiavelo: un análisis comparativo con Aristóteles.
POCOCK, J. G. A. El momento maquiavélico. Madrid. Tecnos. 2002.
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REBASA GAMBOA, Emilio. Revista EN-CLAVES del pensamiento, año V, núm. 9, enero-junio 2011, pp 157-180.
RINESI, Eduardo. Política y tragedia: Hamlet entre Hobbes y Maquiavelo. Buenos Aires. Colihue. 2005.
ROMERO AMENTA, Humberto A. Virtud: Maquiavelo, Spinoza y Hegel. En: http://www.estudioshegelianos.org/bundles/biltokiaestudioshegelianoswebsite/ensayos/Romero-Virtud,_Maquiavelo,_Spinoza_y_Hegel.pdf
SINGER, André. Maquiavelo y el liberalismo: la necesidad de la república. En publicación: La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx Atilio Boron CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. 2000.
SKINNER, Quentin. Los fundamentos del pensamiento político moderno. Fondo de cultura económica. México. 1985


1 comentario :

  1. MUY CLARIFICADOR CONCCEPTOS ESP DE VERTÚ Y FORTUNA CON EJEMPLOS Y CITAS MUY PERTINENTES
    TOMO BUENA NOTA PARA QUE NADIE ME DE MAQUAVELO POR LIEBRE
    SALUDOS
    ANTO VEA BV ICI

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