domingo, 20 de octubre de 2024

Sin Universidad el país no tiene futuro


Sin Universidad el país no tiene futuro
Sin la lucha de las y los universitarios no hay -futura- clase dirigente
Por Luis Klejzer

Así como los militares en el ´76 desarrollaron una política represiva, antipopular y antipatria,
el gobierno de Milei hace lo suyo pretendiendo desfinanciar, arancelar, privatizar y,
eventualmente, cerrar las Universidades públicas del país. Odian lo público y lo popular
como concepto. Lo admitió hace poco el multimillonario y parásito del Estado prebendario
Marcos Galperín: el estado no tiene por qué tener aulas y pizarrones. No odian la universidad
en sí, odian a los pobres, son clasistas y por eso no quieren que vayan a estudiar. Ni a la
universidad ni a ningún nivel educativo. Lo dijeron ellos. Porque son reaccionarios y quieren
retrotraer la historia un siglo atrás. Le tengo malas noticias.
La historia de la Universidad tiene varios hitos fundamentales y siempre se levantó. Su
creación temprana en 1821 (Buenos Aires, ya existía Córdoba), la enorme Reforma
Universitaria de 1918, la ejemplar gratuidad de 1949, la vergonzosa laica y libre de 1959, la
triste noche de los bastones largos de 1966, la esperanzadora apertura de 1973 y su
consiguiente intervención y finalmente la larga noche negra de 1976.
La recuperación institucional de 1983 trajo nuevos desafíos, pero no puede decirse que se
hayan cumplido del todo. A la “primavera democrática” le siguió el desfinanciamiento y la
resistida nueva ley de educación superior de los 90. Un golpe que aún se siente en los pasillos
de las altas casas de estudio. Pero la rebelión popular de 2001 abrió una nueva etapa y
presionó para que la educación fuera un derecho para todos y todas. A la suba del piso del
financiamiento educativo se le sumó la creación de nuevas universidades públicas en todas
las provincias. Solo en el conurbano bonaerense existen 15 establecimientos universitarios.
El macrismo en 2015, y ahora Milei, se la tienen jurada. Las odian porque van los
trabajadores. Las quieren cerrar porque es la oportunidad de la primera generación
universitaria de sus familias. Mienten con los datos, pero no mienten en sus discursos.
Quieren volver a los principios del siglo XX cuando solo estudiaban las elites por una
sencilla razón: la Universidad forma a las y los dirigentes del futuro. Y quieren mantener ese
privilegios para los empresarios.
En las universidades se hace investigación, por lo tanto no corre el sentido común de Clarín.
En las universidades se hace ciencia, por eso no corre la mentira terraplanista y antivacuna de
la internacional de derecha.
En las universidades se enseña a leer, analizar y comparar textos, por eso no corren los trolls
pagos del gobierno.
En las universidades se estudia con amor por lo que se hace, por eso no corren los discursos
de odio.
El veto del Poder Ejecutivo a la ley de financiamiento votada por la mayoría del Congreso
planteó varias cosas: la primera es la toma de conciencia del estado de situación general y la
debilidad democrática del régimen, un gobierno que viene por todo a cualquier precio. La
segunda, la puesta en marcha de la identidad educativa que estaba dormida, la
re-construcción de la comunidad universitaria y la participación masiva detrás de un proyecto
unitario como hace décadas no sucedía.
También sirvió para que las encuestas arrojen un apabullante 80% de aprobación y
credibilidad de la Universidad como institución en un período histórico donde todo está
desprestigiado.
Pero la más importante demostración es la puesta en marcha de una gran escuela de cuadros
dirigentes como hacía rato no se veía.
El proceso se compone de asambleas permanentes, donde circulan las palabras y opiniones
diversas respetuosa y ordenadamente, se votan tomas masivas de facultades a mano alzada,
con mecanismos de democracia directa y con importantes niveles de unidad alcanzados; todo
esto será la base para forjar los dirigentes del futuro cercano. Y si el origen de esos actores
son las clases populares, saquemos las conclusiones correspondientes.
Por eso cobran tanta vigencia (y a la vez tanto peligro) los conceptos del ministro del interior
Guillermo Francos cuando recupera el espíritu reaccionario de la dictadura al expresar que
"en la década del '70 también se tomaban universidades. Se tomaban universidades y después
se generaba un movimiento que utilizaba la violencia para expresar sus posiciones, se
convirtió en guerrilla subversiva y generó después la represión".
No es la década del ´70 nada más. Es la historia argentina en su totalidad. Lo que le molesta
a los liberales es cuando los universitarios no provienen -solo- de las clases altas. El ejemplo
vivo es el Cordobazo. Cuando la clase obrera mantuvo un nivel socioeconómico más o menos
aceptable y duradero, sus hijos fueron a la universidad pública y juntos se cruzaron en las
calles de Córdoba enfrentando a la dictadura de Onganía. Va a volver a pasar.
El poder económico quiere obstruir cualquier intento de liberación nacional y social. Para eso
debe romper con las instituciones que permiten a las clases populares ganar poder. Por eso
desfinancian hasta los jardines de infantes. Obstaculizan cualquier intento de progreso de los
sectores populares desfinanciando primarias, secundarias, y todo lo que atañe a la formación
del pueblo pobre. Porque cuando los pobres estudian, los ricos no les pueden mentir. Y
cuando los ricos no pueden mentir, es más difícil la dominación. Cuando no pueden dominar
ideológicamente, dominan con las armas. Entonces es al revés que como dice el ministro: la
Universidad es la resultante del entramado de la sociedad en general.
En definitiva lo que está en juego acá es el sentido de país que estamos construyendo. Como
cantó Violeta Parra, nos gustan los estudiantes porque son la levadura del pan que saldrá del
horno con toda su sabrosura. Es el momento de apostar a la participación y construir nuevos
dirigentes políticos, sociales y estudiantiles y sumar al conjunto de la clase trabajadora, que
está padeciendo la degradación del salario y la pérdida del empleo; a lxs jubiladxs, que están
siendo brutalmente atacadxs; y ganar al conjunto del pueblo que aún dudan de la intención
destructiva de este gobierno y así impedir que nos transformen nuevamente en una colonia
como han “celebrado” orgullosamente hace pocos días.
Que viva el estudiantazo.

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