Me escribe un amigo español
asombradísimo para preguntarme si es cierto que los argentinos y las argentinas
hemos votado para presidente a un personaje tan peligroso como Javier Milei.
La reciente pelea del presidente argentino Javier Milei contra el
presidente español Pedro Sánchez es una muestra de la destrucción de la
política que pretenden los ultraderechistas como método de expresión y
organización de las sociedades.
Por el contrario, los libertarios procuran que todo sea regulado
por el “dios mercado”. Una ilusión que hasta los propios creadores del mercado
saben que es imposible.
Un poco de historia
La historia de la humanidad se fue configurando con el paso de los
siglos hasta llegar al ordenamiento actual. Desde los inicios de la humanidad,
las personas se agruparon para sobrevivir. Primero para cazar y recolectar.
Después vieron que esa grupalidad les favorecía contra los peligros
de los depredadores. También lo hicieron para apoyarse mutuamente, compartieron
los recursos, lo emocional y fueron construyendo una forma de vida y expresión,
una cultura que, en muchos casos, se sigue desarrollando hasta la actualidad.
El paso del tiempo hizo que los grupos de personas fueran encontrando
distintos niveles de organización social que, como diría Engels, primero fue la
familia, luego las gens y finalmente el Estado. Así se fueron consolidando aquello que
llamamos sociedades humanas.
Esto
pretende destruir Milei. Similar a la idea thatcherista
de “la sociedad no existe”, para ellos solo hay
individuos, familias y empresas. Detestan la idea de
sociedad.
Dicen algunos estudios que lo primero que se menciona como Estado hacia fines de la Edad Media y
principios de la Modernidad es el “estado de ánimo
del soberano”. Esto quería decir que, muchas
veces, la política de un Estado dependía del
“estado” de ánimo del gobernante. Por eso no es casual encontrar en Milei
acciones guiadas por su animosidad, sobre todo en las redes sociales.
Los señores feudales (la nobleza) fueron “cediendo” su soberanía
sobre los territorios al soberano (un noble como ellos) a cambio de seguridad.
Así los nobles fueron garantizando su poder como clase, mientras que las clases
populares fueron despojadas de sus medios de vida. De la
misma manera, el plan de gobierno de Milei apunta a una tremenda transferencia
de recursos desde las clases populares hacia las clases propietarias.
En
ese proceso se dieron
dos operaciones políticas claves para la historia del capitalismo: por un lado, se crean las
monarquías absolutas (con matices según las regiones) y por el otro, la
desposesión de las clases populares que solo quedarán con su fuerza de
trabajo para venderla en el mercado.
Las monarquías absolutistas van a controlar el poder interno, pero
sobre todo les interesa expandir su dominio a otros
territorios para ampliar sus mercados.
Para eso los reyes crean dos instituciones
centrales: el ejército y la diplomacia.
El ejército, que era financiado por los recién creados
impuestos, permitía sofocar cualquier rebelión interna y era utilizado para conquistar otros
territorios. Mientras que la diplomacia era
crucial para consolidar el poder y buscar
nuevos mercados, pero también podrían determinar una guerra si había un conflicto
entre soberanos.
En definitiva, el soberano absolutista tenía todo el poder
político, el control sobre las tierras y cobraba impuestos. Al
mismo tiempo creó un ejército y la diplomacia para
ampliar y defender sus intereses que, muchas veces, los hacían coincidir
con los intereses del reino. Habría que ver exactamente qué entiende Javier
Milei por diplomacia e intereses nacionales.
La creación de los
Estados-Nación
La creación de los Estados-Nación fue un proceso largo que
podríamos remontar a la paz de Westfalia (1648). Este tratado puso fin
a varias décadas de guerra en Europa y sentó
las bases del concepto de soberanía nacional basado en la integridad de un
territorio determinado.
Esa forma organizacional fue la base de la división posterior en
países y
se fueron construyendo a base de tres elementos: el territorio defendido por un ejército, la
diplomacia con sus embajadores y la clase capitalista con sus empresas que
pretenden insertarse en el mercado internacional. Con estas tres patas,
sumado a la rapiña de las grandes potencias y las
sucesivas guerras mundiales, se fue organizando
lo que el sociólogo Imannuel Wallerstein denominó el
sistema mundo: anexar todas las partes del mundo a un único mercado capitalista
mundial.
Revolución Francesa y
después
El ordenamiento político de gobiernos nacionales, como lo
conocemos actualmente, puede remontarse a la Revolución
Francesa (1789), a la revolución
norteamericana (1776) y a las revoluciones liberales del siglo XIX en Europa.
Éstas le fueron dando forma a los tipos de gobiernos democráticos
liberales, republicanos y capitalistas que conocemos hoy. Cada país se fue
independizando de su metrópoli y fue consolidando una forma de Estado-Nación
sujeto al capitalismo mundial, con sus diversos grados de desarrollo y
dependencia.
De todas formas, para participar del concierto mundial, lo que
importaba era incorporarse a “la división internacional del trabajo” que determinaba el lugar de cada país en el mercado
capitalista global y su invariabilidad significaría
el grado de desarrollo socioeconómico de cada
uno de los países. La Argentina construyó un capitalismo de carácter
agroexportador bajo
la órbita del imperio británico.
La pelea DE Milei CONTRA
Sánchez
La
pelea “DE Milei CONTRA Sánchez” es la pelea de un
fantoche reaccionario contra un orden mundial que no comprende. El discurso en Davos fue una muestra de ello. En
su demencia teórica cree
representar a un actor homogéneo –occidente-
en la pelea contra un enemigo común –el comunismo-. Pero lo que busca en el
fondo, con personalidad violenta y antidemocrática, es quedar en la historia como
el primer presidente anarco-capitalista.
Todas
sus discusiones y
peleas contra los presidentes de otros países; sus posicionamientos internos;
el uso de decretos; sus protocolos represivos; su insensibilidad social;
su negación del terrorismo de estado; su estilo
fanático, acusatorio, misógino y el uso del aparato del Estado para provocar, acusar y
violentar a los ciudadanos; deben ser leídos
como un todo. Sus mal llamados “exabruptos” contra líderes del mundo (Brasil, China, Venezuela, etc)
en otra época podrían habernos llevado a la
guerra.
El mundo vive en un capitalismo global, más o menos regulado por
leyes nacionales y supranacionales aunque varias de ellas no sean de
nuestro agrado.
Pero Milei pretende cambiar el orden mundial para adecuarlo a su ideal de capitalismo anárquico sin
otro control que las leyes del mercado extremo
e individualista.
Este
(des)orden profundizará la creciente concentración de
riquezas en cada vez menos manos y, al
mismo tiempo, la expulsión de millones de seres humanos que pasarán a engrosar
la lista de “muertos de hambre”
En necesario frenar esta locura, reconocer el error que significó
haber elegido a una persona como Milei y hacerle llegar a mi amigo español y a
todos los pueblos del mundo un gran “NO EN NUESTRO NOMBRE”.
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