martes, 1 de diciembre de 2015

Argentina: ¿atendida por sus propios dueños?

En las aulas de tercer año de la escuela secundaria, los profesores de historia hablamos de la construcción del Estado Nacional. Enseñamos el significado del régimen oligárquico, en términos de Ansaldi: un régimen de dominación conducido por una Oligarquía, es decir “una forma de ejercicio de la dominación, caracterizada por su concentración y la angosta base social” con exclusión de las mayorías y su opuesto es “el régimen democrático” (Ansaldi). También hablamos de la “Conquista del Desierto”, del Roquismo y de la constitución de un pacto oligárquico para imponer paz y administración.
En general, enseñamos que, en términos económicos, el período que va de 1880 a 1930 es un “modelo agroexportador”, mientras que en términos políticos lo dividimos en dos. Desde 1880 hasta 1912, momento que se sanciona la “Ley Sáenz Peña”, hablamos de régimen oligárquico fundado sobre la base de una elección digitada y manipulada con prácticas de fraude, voto cantado y otras metodologías poco democráticas; todo organizado a través del Partido Autonomista Nacional, una especie de “Partido del Orden”.
En este mismo contexto, decimos que surge un partido político “moderno” que hacía revoluciones en reclamos de una apertura política. Este partido era la Unión Cívica, luego Unión Cívica Radical, que había surgido como una expresión en reclamo de derechos políticos, sobre todo el sufragio universal y que, a grandes rasgos, defendía los intereses de un nuevo sector social en ascenso, compuesto por las clases medias e hijos de inmigrantes.
Para 1912, en un contexto de fractura dentro de la oligarquía, el presidente Sáenz Peña acuerda con el dirigente de los radicales, Hipólito Yrigoyen, la sanción de la nueva ley, esto a cambio de cierta paz nacional y para descomprimir el conflicto social.
Sancionada la ley, en 1916 se realizan las elecciones con la nueva reglamentación: votarían los varones mayores de 18 años, de forma obligatoria y secreta.
En las aulas salen muchas preguntas, pero sin dudas la más interesante es: ¿Por qué la oligarquía sanciona una ley de esas características si tenía la hegemonía? Principalmente por dos razones. La primera, como dijimos, porque se fractura el frente interno de la oligarquía y la segunda, porque creían que igual ganarían.
Sin embargo, la Unión Cívica Radical se impuso y, a nuestra forma de ver, la oligarquía nunca más participaría directamente en los procesos electorales. Queremos decir acá lo que para nosotros es una de las principales hipótesis del texto: luego de la derrota electoral, la oligarquía no confió más en el sufragio universal como elección legítima de gobierno y se retiró a “los cuarteles”, un lugar que conocían muy bien y, donde aún, se sienten realmente cómodos, son sus fundadores. En última instancia, ellos serían parte del poder económico y eso no se somete a elecciones. Desde los cuarteles generaron un contrapoder, una nueva estrategia que, mientras les convenía, dejaban actuar a la “chusma”; pero cuando les tocaban un poco sus intereses, comenzaban los golpes militares o lo que se llamó durante un período más próximo: “los planteos”. Así pasó en 1930, a partir de allí, su participación en la política sería a través de la influencia, la extorsión económica, la imposición de ministros de economía o directamente gobiernos militares.
La historia continúa con hechos muy conocidos. Qué decir de la “Unión Democrática” o el  golpe a Perón en 1955 no sin previo intentos destituyentes con bombardeos incluidos. Luego la proscripción bajo el rótulo de “Libertadora” y, no conformes con eso, los planteos militares a los débiles gobiernos radicales con la excusa del peligro comunista.
Este período llamado “empate hegemónico” por Juan Carlos Portantiero, donde ninguna fracción de la clase dominante o de los trabajadores pudo imponer un proyecto hegemónico, finaliza con el golpe de estado de 1976, confirmando varias cosas: el carácter antidemocrático de la oligarquía, el rol de sus organizaciones políticas (Sociedad Rural Argentina, entre otras), el modus operandi típico de quien actúa en las sombras: armando una alianza que represente sus intereses, luego la fabulosa construcción de una opinión pública favorable al golpe a través de los medios de comunicación (que ellos mismos administran), la toma del poder político (golpe de estado) y la implementación de políticas que pongan la estructura económica nuevamente a favor de sus intereses. Todo esto con un accionar represivo planeado y ejecutado a través del terrorismo de Estado.
En fin, la oligarquía que es dueña de buena parte del territorio nacional, y socia del capital extranjero, creía que el país y el Estado son suyos y las riendas del país lo tenían que manejar “gente” que defienda los intereses de la “Nación”, es decir, los de ellos.
Queremos considerar un momento clave de los últimos años. Para el 2008 el gobierno está en manos del FPV, una espacio raro, heterogéneo, que representa a un sector nacional neodesarrollista pero que redistribuye recursos hacia abajo a través de subsidios al consumo y asignaciones universales. En términos de la oligarquía, podemos decir, una nueva “chusma” que administra los intereses de la Nación pero en consonancia con experiencias aún más “raras” de América Latina.
Hasta ahí no importaba mucho porque “las cuentas cerraban”, los precios de los productos primarios exportables eran altos y “todos ganaban”. Pero a esta señora que le gustaba viajar y comprarse joyas, tal es la caracterización que hacían de la presidenta Cristina Fernández, se le ocurrió “tocar” las ganancias extraordinarias de la oligarquía a través de una medida económica conocida como la resolución 125, una suerte de ley muy mal transmitida que, de alguna manera, pretendía segmentar las retenciones a las exportaciones de productos primarios como la soja o el maíz.
Nuestros señores, dueños de la tierra y con bastante poder de fuego producto de sus ingresos económicos, se enojaron y actuaron como lo hicieron siempre. Sólo que esta vez, la coyuntura política y social era distinta. Se organizaron igual, pero ahora golpearon distinto, y ganaron, vaya si ganaron. Se juntaron y armaron un frente interno, la Mesa de Enlace, a través de los medios de comunicación con La Nación y Clarín a la avanzada (socios en Expoagro) construyeron nuevamente una opinión pública favorable y supieron acaudillar tras de sí a muchos sectores que nunca pisaron el verde ni en vacaciones, pero que suelen confundir, frecuentemente, los intereses de la oligarquía con los del país; todo esto bajo la consigna “El campo somos todos”.
Pero faltaba un detalle, el cómo. El otrora aparato militar ya no estaba en condiciones de ejecutar el plan. Seguramente en consonancia con otros golpes o “desestabilizaciones” contemporáneos como en Honduras o Paraguay, la nueva ofensiva podía ser Judicial o Parlamentaria. Dicho y hecho. El vicepresidente, un radical (Cobos) debía ser la pieza clave de un nuevo “planteo”. El final es conocido: el voto no positivo, esto permitió ganar una batalla pero hacía falta ganar la guerra.
Lo importante de este punto es la conclusión que saca la oligarquía: a nuestra forma de ver, desde el 2008, consideran que había que sacar definitivamente la administración del gobierno de manos demagógicas y populistas y tomar el control en propias manos. Dejar de tercerizar esa cuestión. El consejo de la presidenta les hizo tomar nota de los próximos pasos a seguir. Alguno debe haber pensado: “tienen razón, hagamos un partido y ganemos”.
A riesgo de caer en un conspiracionismo, consideramos que el PRO, “pragmático y multiforme” y “heredero de ciertas concepciones dominantes de cómo hacer política que vienen de los 90” (Morresi, Vommaro et al) fue el instrumento electoral utilizado; en este sentido, creemos que Mauricio Macri representa los intereses de los que se creen dueños de la Argentina, el establishment, aquellos que construyeron una Nación donde solo ellos veían un desierto.

Para finalizar, nuestra segunda gran hipótesis es que el balotaje del 22 de noviembre nos muestra a una oligarquía, que habiendo renegado del juego democrático, ahora sintió la necesidad de utilizarlo, para acceder directamente a la administración de sus intereses.

No hay comentarios :

Publicar un comentario