Llevar
una remera de Los Redondos es una
muestra de adhesión al grupo musical liderado por “el indio” Solari; llevar una camiseta del Barcelona es sinónimo de apreciar el fútbol, particularmente el español, y
si dice Messi más representativo aún.
Quiero
plantear aquí una autocrítica. Mirando hacia atrás, me doy cuenta que hice un
análisis muy simplista de algo que les paso a relatar.
Recuerdo
que en la larga década neoliberal de los ´90, muchas personas llevaban la
remera del Che. Existían varios modelos: rojas, con frases, con el habano, con
el fondo de la bandera argentina etc. Pero la discusión era otra. ¿Realmente conocían
las ideas del Che o simplemente era una moda sin sustento ideológico?
Muchos
nos decían que las llevaban por sus ideas. Otros que era la impresión histórica
de la rebeldía juvenil. Y la mayoría, creía que era moda.
La
pregunta era si los jóvenes con remeras del Che, o banderas rojas del
revolucionario en los recitales de rock, representaban una amenaza al
capitalismo o si era simplemente una expresión simbólica.
Mi
problema fue verlo en el corto plazo.
Yo
creía que: “el uso de la remera no significaba más que una moda”. Obviamente,
no es lo mismo llevar esa imagen que la de Guns ´n Roses o la de algún equipo
de béisbol yanqui.
Sin
embargo, yo era muy crítico de los que “solo” usaban la remera.
Aquí
radica mi confusión. Además de remeras del Che, y esto no lo veía así en ese
momento, también se veían imágenes de Los Redondos, la Bersuit, La Renga y
algún otro grupo de rock “contestatario”. Mi postura era la de un adolescente
que no entendía cómo esos pibes, inclusive muchos amigos míos, expresaban su
rebeldía en los recitales y no militando en las villas o en los colegios, como
hacía yo.
Sin
embargo, llegó el 19 y 20 de diciembre de 2001. En la calle me encontré con
muchos jóvenes de mi edad, con remeras del Che, de Los Redondos y de La Renga.
Había mucha gente, nunca había visto tanta gente en la calle. De todos los
barrios, de todos los sectores. Incluso de barrios que nunca me imaginé que
confluiría.
Con
el tiempo reflexioné mucho sobre esa situación. La gente que llevaba esas
remeras no militaba en los barrios ni en secundarios. Pero estaban allí. En el
mismo lugar que yo.
¿Militaban
o no?
Entonces
volví para atrás. Si ellos estaban ahí, era porque estuvieron “haciendo algo”.
Mis pensamientos me llevaron a varias autocríticas. Las imágenes de las remeras
de Los Redondos, con el agregado de la lucha contra el gatillo fácil a
consecuencia del asesinato de Walter Bulacio en 1991; la Bersuit con su hit “Se
viene el estallido”; o el cantito típico del recital de La Renga: “Una bandera
que diga che Guevara (…) matar un rati,
para vengar a Walter”, eso era una forma de militancia, una forma de
resistencia. Eran las formas de resistencia al neoliberalismo, “lo que se podía
hacer”, como sea, era la forma que “encontraron” los jóvenes.
Pasada
la rebelión popular del 2001, llegó la restauración institucional. A través de
un gobierno que implementó políticas “beneficiosas” tendientes a restaurar la
dominación y la legitimidad de un sistema político en crisis. Algunas de esas
políticas fueron, por un lado, la recuperación de la tasa de ganancia para los
patrones, con subsidios millonarios incluidos y, por el otro, la recuperación
del empleo y el consumo popular mediante políticas sociales para los pobres. Sin
dudas, lo más acertado fue la política de los juicios de lesa humanidad, lo que
significó una recuperación de la confianza en algunos políticos, en algunos
jueces y en la práctica electoral; olvidando momentáneamente la consigna “que
se vayan todos”.
Producto
de estos aciertos gubernamentales muchos sectores progresistas se sumaron y
claramente fueron desapareciendo las remeras del Che. Como si esa expresión de
rebeldía frente al neoliberalismo se fuera canalizando, ahora, a través de la
“nueva simbología”. Las remeras de los grupos de rock no desaparecieron, es
más, se sumaron nuevas imágenes y nuevas bandas. (Ejemplo obligado es Callejeros,
con su historia particular aparte).
En
síntesis, quiero plantear que a medida que avanzaron ciertas políticas
“progresistas” como los programas sociales, o los juicios a los genocidas, las
remeras del Che se fueron reemplazando por otras. Es fácil ver a las nuevas
generaciones de jóvenes con remeras de Néstor, de Cristina, de Chávez y Mariano
Ferreyra.
No
estoy diciendo que se bajaron las banderas, ni que Néstor Kirchner sea lo mismo
que el Che Guevara, pero es notorio, forzando una síntesis, que las imágenes de
los jóvenes “politizados” pasan por ahí.
Para
cerrar, quiero agregar otra reflexión.
Otra
cosa que observé es que a medida que se acercaban las elecciones presidenciales,
donde los principales candidatos a presidente para reemplazar a Cristina eran
claramente de derecha, vi aparecer nuevamente remeras con la imagen del Che. No
sé si es una ilusión optimista, pero los invito a que presten atención.
No
sé. Ahora con este nuevo presidente y el avance neoliberal, me parece que van a
aparecer nuevamente las remeras de del Che Guevara.
¿Será
que la “verdadera” oposición al avance de la derecha neoliberal, aquí y en el
continente en general, sea la imagen del Che Guevara? ¿Será que el Che Guevara
sigue expresando el ideal del hombre y la mujer nuevos?
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