Hace exactamente 40 años, Doña Norma le pide a su nieto Nicolás que se levante, gire la perilla del televisor blanco y negro y ponga ATC. Es el 8 de mayo de 1982 a las 20:30. En la pantalla del living, donde se reúne la familia a mirar el único televisor de la casa, Pinky y “Cacho” Fontana les dan la bienvenida a las 24 horas de las Malvinas Argentinas. Terminan de decirlo y entran al canal mientras se oye una musiquita pegadiza, entre jingle y militar, que dice “vamos argentinos, vamos a vencer…”. Había empezado la colecta para los “muchachos de armas” que estaban dando batalla en las Islas.
Un rato más tarde, Pinky le pide a Doña Norma, su nieto y
a “todos los argentinos” que se pongan de pie para cantar el himno nacional.
Doña Norma se pone de pie y le pide a su nieto Nicolás que también lo haga.
Susana Rinaldi comienza a recitar un fragmento del himno e inmediatamente
comienza todo el estudio 2 de ATC a cantar junto a ella. La “nueva” televisión
a color permite ver la bandera argentina con su celeste y blanco mientras
realiza un paneo del público cantando. Al final todos aplauden, se emocionan y
se sientan.
Unas horas después, frente a Doña Norma y su nieto,
irrumpe la imagen rubia de una jóven Susana Giménez. Con lágrimas en los ojos
le dice a Pinky y a Cacho que les dona “para la balanza” un reloj de oro. Pinky
se entusiasma mientras el novio de la futura diva, un joven Ricardo Darín,
escucha atentamente que Pinky y Cacho mandan al móvil que se encuentra en
Corrientes y Florida. Allí hay una de las tantas urnas que distribuyeron en la
ciudad.
Al ratito nomás, Cacho informa que el programa alcanza
niveles record de audiencia (las mediciones de la época informan 52.2),
mientras Pinky anuncia frente a cámara, y con un cartel de pie pintado con
dudoso Letraset, la cifra de pesos (nuevos y viejos) que llevan recaudados. Durante
todo el día las personas donan plata, joyas, tapados de piel y diversas
pequeñeces invaluables.
Las Islas Malvinas
y la historia reciente
Las Islas Malvinas están en manos de los ingleses desde
1833 cuando fueron ocupadas por el otrora gran imperio británico. Desde ese
tiempo, la Argentina estuvo reclamando, diplomáticamente, el reconocimiento de
la soberanía, la devolución de las dos islas y los permisos de explotación de
sus aguas.
En marzo de 1976, una junta militar integrada por las
tres armas, toma el poder por la fuerza e instala un modelo económico
neoliberal que destruye el aparato productivo nacional. Al mismo tiempo, pone
en marcha una política de violación sistemática de los derechos humanos a
través de la tortura, la desaparición y la muerte de miles de personas.
Ya en su ocaso, la dictadura
sueña con relegitimarse y el 2 de abril de 1982, el militar en ejercicio de la
presidencia, Leopoldo Galtieri, inicia la ocupación militar de las islas,
creyendo (solo él) que los EEUU apoyarían su jugada. La guerra de Malvinas duró
74 días y casi mil muertos. Como consecuencia de esa derrota, la dictadura
militar se vio más debilitada y comenzó una transición a la democracia. En 1983
con el gobierno del radical Raúl Alfonsín, se inició una nueva etapa
democrática y otro período de reclamos diplomáticos.
El gobierno de Rául Alfonsín
heredó una situación socioeconómica desastrosa y sumado a las presiones
militares y la deuda externa, tuvo que adelantar el traspaso del mando. En 1989
Carlos Menem impulsó una serie de reformas económicas y políticas que, en
resumidas cuentas, enterraron aún más al país a través de las privatizaciones,
la desocupación y el hambre de millones de argentinos. Finalmente, en diciembre
del 2001 el presidente radical Fernando de la Rúa, continuando con el desastre
de su antecesor, hundió al país en la pobreza, la desesperación y la muerte.
Como resultado de las políticas
económicas y políticas fracasadas, la sociedad sufrió una crisis de
representación y, al grito de “Que se vayan todos”, inició un proceso de
reflexión política y cultural que dio por finalizada una etapa que evidenciaba
que la democracia formal no pudo resolver los problemas que había dejado la
dictadura.
La política pasó a ser una cosa
sucia, corrupta, donde los más jóvenes –y no tanto- dejaron de confiar.
Rebelión y después
La primera década del siglo XXI
fue de crecimiento económico. Los valores de los productos exportables del
campo beneficiaron al país y el gobierno kirchnerista aprovechó para distribuir
mejor y saldar la deuda con FMI. Al mismo tiempo se retoma la agenda de los
DDHH y miles de jóvenes, que le escapaban a la política, se sumaron a militar.
Con el correr de los años, los números de la economía empezaron a flaquear, los
políticos se agrietaron, lxs jóvenes crecieron y la pobreza también. La crisis
económica trajo un gobierno pro empresarios que terminó de arruinar la economía
y las esperanzas de una generación que creía que se pudiera cambiar las cosas
“desde adentro”.
Solidaridad 2.0
Es sábado a la noche y @Nati2002
de 19 años está en un boliche con sus amigues. La música suena fuerte, pero
ella no baila. Está tomando un trago en la barra con @Mechi2003 de 18, que está
con el celular en la mano. Scrolea a full mirando las historias y los reels. De
repente se queda escuchando a un pibe de gorrita y pelo rubio. El ruido no la
deja escuchar muy bien, pero ella está acostumbrada y saca un par de datos.
Inmediatamente le dice a @Nati2002 que abra Instagram y que vea la historia de
Santi Maratea de apenas 29 años. El flaco está diciendo que “en lugar de salir
a ponerse en pedo, prefería quedarse en la casa a fumarse un porro y juntar
guita para los incendios de la provincia de Corrientes”.
Desde la pantalla de su iPhone,
@Mechi2003 y @Nati2002 escuchan a Santi Maratea decir “Eh guacho, ponete las
pilas. Ayudame a juntar guita para los pobres correntinos que la están pasando
mal.” El relato se entrecorta cada 45 segundos, pero es claro: hay que juntar
plata para comprar camionetas, autobombas, guantes y botas para los bomberos
voluntarios de la provincia que están combatiendo el fuego. @Mechi2003
inmediatamente hace click en el link que Santi comparte en pantalla y dona 1200
pesos para la causa. @Nati2002 hace lo propio desde su celu y dona 600, pero le
comenta que le va a reenviar el mensaje a unes amigues que conoce que sabe que
pueden también ayudar.
Unas horas después, @Mechi2003
abre nuevamente la aplicación y se fija las nuevas historias, de 45 segundos,
que sube el “influencer”. Santi muestra una pantalla de computadora donde se
deja ver el millón de pesos recaudado. Santi se entusiasma y @Mechi2003 empieza
a compartir las screenshots con sus amigues. “Miren lo que está haciendo este
flaco. Está re piola”.
Santi ya empieza a darse cuenta
que la movida está funcionando.
El acontecimiento comienza a
trascender las redes sociales y se instala en la tv abierta. Algunos
periodistas empiezan a criticarlo. Los políticos empiezan a caranchear. Santi
les contesta que no tiene tiempo para atenderlos y sigue sacando presupuestos
de autobombas para los bomberos de San Miguel que le mandan un mensaje grabado
y él lo postea. Van 12 horas y Santi recauda millones de pesos.
Doña Norma ya no está. Su nieto
Nicolás participó de la rebelión del 2001 y ahora es docente de escuela media
de la capital. Su salario no es muy alto y las condiciones de trabajo son
pésimas. El estado edilicio de la escuela donde trabaja es lamentable y el
gobierno no pone un mango. @Mechi2003, su hija, que estudia en la facultad,
descree de los políticos: “son todos iguales, no me representa ninguno”. Por
eso prefiere aportar a un “pibe como ella” que sabe que junta plata, pero no se
la va a afanar. No descree de la política como herramienta de cambio, solo que
piensa que la política debe darse de otra manera.
No ve la televisión, no escucha los alaridos de los periodistas de la tarde. Para ella lo más importante es el cambio climático y las cuestiones de género. Con su amiga @Nati2002 se pintaron la cara de brillitos y participaron de las marchas por la legalización del aborto, las del “Ni una menos” y contra el cambio climático.
Conclusiones
Todas las investigaciones indican que “las 24 horas de las Malvinas Argentinas” fueron una estafa. Esta y todas las colectas realizadas en nombre de los “soldados” fueron a parar a cualquier lado menos a las manos de los colimbas que combatieron contra una de las potencias militares del mundo, apoyados por sus socios de la OTAN, sin ropa, sin armas y dirigidos por una manga de asesinos que no sirvieron nunca para nada. Eso nos dejó una huella imborrable en la memoria colectiva. La corrupción de los de arriba quedó marcada a fuego en la sociedad.
Después de 40 años de democracia, y una rebelión popular en el medio, existe una nueva generación de jóvenes que no quieren ser estafados. No creen en grandes salvadores. Tienen otras prácticas sociales, políticas y humanas. Los adultos no las comprendemos y tratamos de encasillarlas, pero no podemos.
Santiago Maratea es hijo de una época de cambios profundos surgidos del desarrollo de las tecnologías, pero también del fracaso de la política tradicional y la desconfianza. ¿Está haciendo la revolución? No en nuestros términos. ¿Lxs que aportan están cambiando la sociedad? No de la manera que nosotrxs pensamos. ¿Sirven las acciones colectivas organizadas por individuos desde las redes? No lo sabemos, está en proceso. En todo caso es una de las tantas acciones que realiza nuestro pueblo sin la intervención del Estado. ¿Es positivo sacarle responsabilidades al Estado? No sabemos. Lo que sabemos es que este Estado, cooptado por los empresarios desde hace décadas, no da respuesta a las demandas sociales.
Sería bueno que aprendamos de la historia y dejemos que lxs pibxs hagan el cambio social como ellxs quieren y sienten. Nosotrxs acompañemos, tal vez ellxs, con su lenguaje inclusivo, sus tatuajes y sus piercings logren mejorar nuestra sociedad antes que el capitalismo la transforme, definitivamente, en barbarie.