lunes, 29 de julio de 2013

Análisis del texto "Ciudadanía, participación política y la formación de una esfera pública en Buenos Aires , 1850-1880. De Hilda Sábato


El objetivo del siguiente trabajo es preparar el texto de Hilda Sábato, “Ciudadanía, participación política y la formación de una esfera pública en Buenos Aires, 1850-1880”, publicado en “)Entrepasados(“, revista de historia, N°6; trabajado en clase para el coloquio final de la materia Historia Argentina I.
Intentaremos relacionarlo con otros textos de la cursada para ratificar o rectificar la hipótesis planteada y por último traeremos el tema a nuestros días.

La hipótesis de Hilda Sábato.

En su texto Hilda Sábato, en adelante HS, plantea que la historiografía tradicional tomaba la participación de la población en las elecciones y de allí concluía que la participación era muy escasa; para esto la autora dice que “una primera mirada sobre las prácticas electorales en Buenos Aires en las décadas de 1860 y 1870 arroja algunos indicios claros en ese sentido. A lo largo de ese período los participantes de las jornadas electorales representaban, en efecto, una proporción muy pequeña de la ciudad…”[1]. Continúa más adelante, “las cifras de votantes rondan el 2% de la población total, y el 10% de los habilitados en la mayor parte de las elecciones (…) el máximo registrado es del 25%.”[2]
Entonces decía, sobre la historiografía tradicional, que “al considerar el sufragio universal como el mecanismo por excelencia de la representación ciudadana, estas interpretaciones colocan a las elecciones como piedra de toque del sistema político. En consecuencia se preocupan más por mostrar cómo se tergiversa y se limita el voto en elecciones manipuladas y fraudulentas, que en comprender qué papel jugaban éstas en el sistema político en formación.”[3]
También aclara que el tema de la participación política se ha asociado en las sociedades modernas, a la ciudadanía y ésta al ejercicio del sufragio. Además, prosigue, la ampliación de la ciudadanía se da con la universalización del voto y sitúa este proceso en los comienzos del siglo XX.
Entonces, HS, dice que de ninguna manera el sufragio era el único modo de participación política ni tampoco el proceso único por el cual se construye ciudadanía.

La construcción de ciudadanía.

HS plantea que la construcción de ciudadanía fue el proceso gradual a través del cual se fue construyendo la noción de representación.   
En el caso de Buenos Aires, la cuestión electoral no fue tan importante en la construcción de ciudadanía como en otros lugares, fue, más bien, una instancia de dinámica interna de las facciones. Inmediatamente se pregunta ¿se desarrollaron otras formas de participación durante estas décadas? La respuesta que da es positiva y, esas prácticas, más allá de lo electoral, son las que van construyendo ciudadanía y una esfera pública. 

La esfera pública.

Para definir esfera pública cita a Jurgen Habermas, “esfera pública burguesa… sobre todo la esfera de las personas privadas que reunidas forman un público” con el propósito de entablar con el Estado “un debate sobre las reglas generales que gobiernan la esfera, básicamente, del intercambio de mercancías y el trabajo social”.[4]  
Además, la esfera pública es el espacio donde los ciudadanos deliberan e interactúan discursivamente, y donde la autoridad del argumento racional predomina sobre cualquier otra.
En otras palabras, la esfera pública es el lugar de mediación entre los ciudadanos y el Estado. El lugar donde se reúnen los ciudadanos con sus intereses privados, que al deliberar e interactuar con otros, esos intereses privados se constituyen en intereses públicos y pueden ser llevados a diálogo con el Estado.
En términos gramscianos, la reunión de estas personas con intereses privados en organización se traduce en sociedad civil, mientras que cuando van a dialogar con el Estado, se encuentran con la sociedad política. Para seguir con Gramsci, este diálogo entre sociedad civil y sociedad política no se da de manera estanca y separadas, sino que tiene una relación dialéctica, un ida y vuelta permanente.  
Entonces, la construcción de ciudadanía, para HS, tiene que ver con esta instancia de participación de las personas en la esfera pública, para que, mediante la organización, en la sociedad civil, puedan llevar sus reclamos a la sociedad política, el Estado y sus organizaciones.

Como se da la participación para Hilda Sábato.

Ella ve durante estas décadas un participación de “grupos y sectores diversos para expresar su opinión o presionar por sus intereses de manera directa, sin mediaciones políticas pero traduciendo reclamos y posturas particulares en términos del juego local.”[5]
Para esto, ve tres aspectos que forman parte de un proceso.
En primer lugar, la expansión de la prensa escrita. En este sentido plantea que hay distintos grupos o sectores que impulsan este tipo de prensa escrita donde se expresan los intereses de esos sectores; es así como, por ejemplo, las diversas colectividades de inmigrantes tenían su prensa escrita que fueron instrumentos decisivos en la lucha librada por esas dirigencias en el proceso de construcción y control de sus comunidades.  También eran instrumentos de los políticos de las distintas expresiones políticas organizativas de éstos.
Pero además, eran esenciales en el segundo aspecto, el surgimiento de la actividad asociativa. Actividad que estaba más ligada aunque no excluyente, a las distintas colectividades inmigrantes, que utilizaban estas asociaciones, principalmente, para la ayuda mutua y como mediadoras entre la familia inmigrante y el poder político.
Y en tercer lugar, y ligado al surgimiento de las asociaciones, estaba la acción colectiva que se expresaba mediante la movilización – mitin- público o concentraciones masivas.
Estas movilizaciones eran promovidas por dirigentes de las colectividades extranjeras, como así también, por dirigentes políticos con intereses concretos; y contaban con el apoyo de las asociaciones y la prensa.
La autora toma como ejemplo, una movilización de finales de 1878, que, con motivo del impulso de una ley que promovía un impuesto al consumo de tabaco, al alcohol y a los naipes, las asociaciones de comerciantes llamaron a un conjunto de acciones políticas como petitorios, reuniones con el gobernador, asambleas, y finalmente un mitin popular contra los impuestos. La movilización se realizó, con una gran cantidad de asistentes y una movilización callejera inédita para la época, pero la ley fue igualmente promulgada.     
Lo que evidencia esto, en definitiva, es que la hipótesis de Hilda Sábato, sobre que existieron distintos modos de participación popular, más allá de las elecciones es correcta y que éstas fueron parte de la construcción de ciudadanía.
Finalmente podemos agregar que la exclusión de la mayor parte de la población en los temas políticos, más allá de la participación electoral impuesta por el régimen oligárquico, produjo una presión desde abajo para ampliar la ciudadanía. Esta presión popular habría encontrado respuesta desde arriba en la ley electoral de 1912. Para HS, la existencia de un sufragio universal masculino desde 1821, más la ampliación del mismo desde 1853 no resolvía el problema; porque para 1912 ya no se trataba de ampliar la ciudadanía sino de crearla.

Algunas relaciones con textos anteriores.

Si hablamos de participación popular, y que ésta es una de las formas de construir y ampliar la ciudadanía, en la cursada tuvimos varios autores que pensaron este punto.
En primer lugar, podemos decir que cuando hablamos de participación popular tenemos que definir de cual participación hablamos y de cuan popular es la composición de esa participación.
Durante la cursada vimos distintas formas de definición de popular, aunque siempre se hizo referencia a que, por un lado existió la participación de la elite, por otro la de los sectores subalternos. Lo que queda como conclusión de la materia es que hubo una historiografía que sólo miraba la historia desde la visión de la elite dirigente; aunque quedó claro que desde los últimos años existe una intención de estudiar la historia desde la visión de los sectores subalternos.
Para aproximarnos a una definición de los actores sociales que nos importan, desde la visión de Antonio Gramsci los sectores subalternos, son ese sector marginado de la historia o de la sociedad, en oposición a la clase dirigente formado por las elites que detentan el poder político, económico, ideológico y cultural. Esta elite dirigía los destinos políticos de forma oligárquica aunque no sin diferencias internas. Mientras que los sectores populares, gauchos, indígenas, criollos, afrodescendientes, y hasta pequeños comerciantes, quedaron marginados a la idea de ser manipulados o movilizados como clientela política.

5 y 6 de abril de 1811

En el texto de Mariana Pérez  se comenta que las “jornadas del 5 y 6 de abril de 1811 tienen su particularidad en que, por primera vez, la elite porteña recurrió a la movilización de la plebe para dirimir sus disputas”.[6]
En este sentido podemos ubicar la movilización popular, aunque impulsadas por los Saavedristas, como una forma de intervención de los sectores subalternos en la política interna. En este caso concreto, se utilizó la “movilización de la plebe” para “en su voluntad, que se expulsen de Buenos Aires a todos los europeos de cualquier clase o condición”. [7]
Con esta participación, concluye Mariana Pérez, la revolución inauguró y legitimó espacios formales (e informales) para que los hombres y mujeres de las clases populares de la Ciudad manifiesten, en este caso, “su hostilidad hacia los peninsulares de cualquier condición socioeconómica”.[8]

La ley electoral de 1821

En este texto, Marcela Ternavasio, plantea la importancia de la ley electoral de 1821 en la que “la universalidad del voto se establece, entonces, en la sociedad porteña prácticamente sin conflicto y bajo la fuerte noción de que su aplicación traería disciplina y orden en un espacio altamente movilizado luego de la guerra de independencia”.[9]
En el mismo sentido, Ternavasio dice que “el nuevo régimen representativo fundado en 1821 reestructuró el espacio político territorial institucionalizando definitivamente la participación política de la campaña a través del voto y suprimiendo los cabildos, y renovó significativamente las prácticas políticas de los actores al establecer el sufragio activo universal y el voto directo”.[10]
Para ella la expansión de la frontera política tiene que ver con la inclusión de la campaña a la vida política de la ciudad, y desde allí plantea las formas de participación y movilización en la campaña y en la ciudad. En este sentido, plantea que se pasa de un régimen político basado en la competencia internobiliar a un régimen unanimista, y que eso influyó directamente en las prácticas políticas de las décadas de 1820 a 1840.

Los gauchos de Güemes

En el texto de Sara Mata, Paisanaje, insurrección y guerra de la independencia, el conflicto social en Salta, 1814-1821, la autora plantea también la participación de los sectores populares en la política. En este caso, en la guerra de la independencia y al mando de Martín Miguel de Güemes.
En esta “participación masiva de la población en el movimiento revolucionario a favor de la patria y su independencia”[11] y si bien “la formación de Juntas de Gobierno en Charcas y en La Paz fue acompañada de movimientos insurreccionales de los cuales tomaron parte, además de las milicias rurales, sectores urbanos y la denominada plebe (…) sería luego de la formación de la Junta de Buenos Aires y de la proximidad del Ejército Auxiliar que dicha insurrección alcanzó mayores dimensiones participando en ella comunidades indígenas que con decisión cercaron la ciudad de La Paz y ofrecieron a los ejércitos realistas una denodada resistencia”.[12]  
Es este caso, valga la aclaración de que esta participación popular en las guerrillas de Güemes, fue para intervenir en un conflicto externo, la guerra de la independencia. Pero en definitiva los sectores subalternos fueron parte de esta experiencia, mientras que las elites del norte apoyaban a los realistas.

Participación Popular Federal

En el caso de la batalla entre federales y unitarios la participación tiene varios capítulos.
Para el texto de Ricardo Salvatore, Expresiones Federales: formas políticas del federalismo rosista, el autor plantea que existían distintas formas de expresar el federalismo, por lo tanto de pensar los niveles de intervención. “La causa federal esperaba de los ciudadanos diversos tipos de adhesión. Ser federal implicaba a veces lucir como federal, otras veces expresarse como federal y, con mayor frecuencia, contribuir como federal por medio de servicio personales o donaciones de bienes”.[13] En el mismo sentido, plantea que también existían distintos tipos de ser unitario, por lo menos en el discurso rosista. Existían los pacíficos, los de opinión, y los empecinados, que prácticamente trabajaban, dice Salvatore, por la destitución de Rosas.
En conclusión, para Salvatore, la política atraviesa la vida misma. La vestimenta, las charlas públicas y privadas, las fiestas populares y las elecciones votando o no, son en definitiva, la forma de intervención política.
Gabriel Di Meglio, por su parte, plantea que la composición de la Sociedad Popular Restauradora era de carácter popular y no eran integrantes de la elite. “Es decir que era la primera vez que la gente decente no era mayoría en una asociación política”. [14] Continúa su argumentación diciendo que el término popular en el nombre de la organización definía al mismo como de la plebe o del pueblo. Por su parte la Mazorca, que era un grupo secreto que tenía su origen en la Sociedad Popular Restauradora, era la mano secreta de las acciones de terror contra los opositores al régimen del restaurador.
Por su lado, Jorge Gelman, plantea que en tiempos de Rosas se dio el levantamiento de Los Libres del Sur. Este levantamiento dirigido por los sectores más acomodados de la campaña contra las políticas de Rosas, tuvo en un primer momento el apoyo de los sectores populares; aunque después aclara que estos fueron movilizados por sus patrones para luego retroceder en su apoyo y brindárselo a Rosas. En este sentido, tanto estos peones pobres como los indios amigos luego formaron parte de la base del régimen rosista, mientras que la represión cayó sobre los grandes terratenientes.

La participación popular en épocas de la construcción del Estado Nacional 1852-1880

En lo que refiere a la época de la construcción del Estado nacional, el texto de Oscar Oslak sobre la generación del 37, plantea la visión de Alberdi sobre la participación de los sectores populares. Es ese sentido, dice que la idea de Alberdi es civilizar mediante un “transplante inmigratorio y la educación por las cosas”.[15] En su progresismo autoritario o liberalismo conservador, Alberdi creía que la ciudadanía se construye como un proceso gradualista, y que a la democracia se llega. Alberdi plantea “la república posible” donde la elite tutela a las masas mientras la educación por las cosas, difundida por la inmigración, va cultivando a la población nativa y acercándose al momento de la República verdadera de sufragio universal.
En síntesis, para Juan Bautista Alberdi, el papel de los sectores populares debe quedar relegado a ser dirigidos por la elite y educada por los inmigrantes.  
En el caso de Ariel de la Fuente, en su texto “Los caudillos y sus seguidores: las formas de una relación” plantea que las masas populares apoyaron enormemente a los caudillos federales, principalmente a Peñalosa en La Rioja. Los gauchos, dice, tenían una gran identificación con la causa federal y del caudillo, mientras que los unitarios no podían movilizar de la misma manera.
Dice además que los gauchos tienen muchas motivaciones para participar de las montoneras federales. Desde la motivación monetaria hasta la provisión de ropa, calzado y alimentación a base de carne. También eran motivados por la resistencia misma al avance de la construcción del Estado Nacional en las provincias; la represión y la guerra fueron su forma de experimentar el incipiente Estado.

Crisis institucional del 2001

Finalmente, y tratando de traer el debate a nuestros días, para la socióloga Maristella Svampa, la participación popular de los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI, marcaron un cambio de época. Dice esto porque “durante los ´90, la consolidación de un modelo decisionista, fue produciendo un desdibujamiento de la política entendida ésta como esfera de deliberación y participación, como espacio de disputa y de conflicto entre proyectos societales diferentes”.[16] En cambio, el resurgir de distintas formas organizativas, como los movimientos de desocupados, las asambleas populares y socioambientales crearon un proceso de participación “desde abajo” que supieron revalorizar la construcción de ciudadanía. Esta participación será la contrapartida, volviendo a Hilda Sábato, de una crisis de representación que se vivió en Argentina en 2001, donde la participación electoral vuelve a ser bastante escasa. Entonces si la forma de intervenir de los sectores subalternos no es solo a través del sufragio, la participación y movilización de los últimos 15 años son una muestra de que la sociedad civil existe y no puede ser apartada de la política.

A modo de conclusión.

La opinión de Hilda Sábato acerca de que existieron varias formas de intervención de los sectores subalternos en nuestra historia política más allá del sufragio, es correcta.  Mientras que para la historiografía tradicional, sólo la participación en las elecciones y la movilización clientelar de los sectores populares era la forma de construir ciudadanía, vimos varios ejemplos de autores donde coexistieron distintas formas de intervención política de estos sectores que demuestran que la construcción de una esfera pública, donde la sociedad civil exprese sus intereses frente a la clase política, es una acción permanente y que la existencia de la Nación no es solo el producto de la tutela de una elite esclarecida. La democracia es un régimen político que, aunque varios la pisoteen, debe ser defendida por todos los actores sociales y políticos de la nación.     




[1] Hilda Sábato, Ciudadanía, participación política y la formación de una esfera pública en Buenos Aires, 1850-1880. En Entrepasados, revista de revista de Historia, N°6. Pag 68
[2] Ídem. Pag. 68
[3] Ídem. Pag. 67
[4] Ídem. Pag 73
[5] Ídem. Pag 73
[6] Mariana Pérez. Un grupo caído en desgracia: los españoles europeos de Buenos Aires durante la Revolución de Mayo. Entrepasados N°35. 2009 pag 111
[7] Ídem. Pag 111
[8] Ídem. Pag 122
[9] Marcela Ternavasio. Nuevo régimen representativo y expansión de la frontera política. Las elecciones en el Estado de Buenos Aires: 1820-1840. Pag. 68
[10] Marcela Ternavasio. Ídem Pag. 65
[11] Sara Mata.  Paisanaje, insurrección y guerra de la independencia, el conflicto social en Salta, 1814-1821. Pag 62
[12] Sara Mata. Ídem Pag 62
[13] Ricardo Salvatore. Expresiones federales: expresiones políticas del federalismo rosista. Pag 192 /193
[14] Gabriel Di Meglio. La mazorca y el orden rosista. Pag 7
[15] Oscar Oslak. La conquista del orden y la institucionalidad del Estado. Pag 95
[16] Maristella Svampa - Las fronteras del gobierno de Kirchner: Entre la consolidación de lo viejo y las aspiraciones de lo nuevo. En www.Pañuelos en Rebeldía.com .ar

No hay comentarios :

Publicar un comentario