El objetivo del
siguiente trabajo es preparar el texto de Hilda Sábato, “Ciudadanía,
participación política y la formación de una esfera pública en Buenos Aires,
1850-1880”, publicado en “)Entrepasados(“, revista de historia, N°6; trabajado
en clase para el coloquio final de la materia Historia Argentina I.
Intentaremos
relacionarlo con otros textos de la cursada para ratificar o rectificar la hipótesis
planteada y por último traeremos el tema a nuestros días.
La hipótesis de Hilda Sábato.
En su texto
Hilda Sábato, en adelante HS, plantea que la historiografía tradicional tomaba
la participación de la población en las elecciones y de allí concluía que la
participación era muy escasa; para esto la autora dice que “una primera mirada
sobre las prácticas electorales en Buenos Aires en las décadas de 1860 y 1870
arroja algunos indicios claros en ese sentido. A lo largo de ese período los
participantes de las jornadas electorales representaban, en efecto, una
proporción muy pequeña de la ciudad…”[1].
Continúa más adelante, “las cifras de votantes rondan el 2% de la población
total, y el 10% de los habilitados en la mayor parte de las elecciones (…) el
máximo registrado es del 25%.”[2]
Entonces decía,
sobre la historiografía tradicional, que “al considerar el sufragio universal
como el mecanismo por excelencia de la representación ciudadana, estas
interpretaciones colocan a las elecciones como piedra de toque del sistema
político. En consecuencia se preocupan más por mostrar cómo se tergiversa y se
limita el voto en elecciones manipuladas y fraudulentas, que en comprender qué
papel jugaban éstas en el sistema político en formación.”[3]
También aclara
que el tema de la participación política se ha asociado en las sociedades
modernas, a la ciudadanía y ésta al ejercicio del sufragio. Además, prosigue,
la ampliación de la ciudadanía se da con la universalización del voto y sitúa este
proceso en los comienzos del siglo XX.
Entonces, HS,
dice que de ninguna manera el sufragio era el único modo de participación política
ni tampoco el proceso único por el cual se construye ciudadanía.
La construcción de ciudadanía.
HS plantea que la
construcción de ciudadanía fue el proceso gradual a través del cual se fue
construyendo la noción de representación.
En el caso de Buenos
Aires, la cuestión electoral no fue tan importante en la construcción de
ciudadanía como en otros lugares, fue, más bien, una instancia de dinámica interna
de las facciones. Inmediatamente se pregunta ¿se desarrollaron otras formas de
participación durante estas décadas? La respuesta que da es positiva y, esas
prácticas, más allá de lo electoral, son las que van construyendo ciudadanía y
una esfera pública.
La esfera pública.
Para definir
esfera pública cita a Jurgen Habermas, “esfera pública burguesa… sobre todo la
esfera de las personas privadas que reunidas forman un público” con el
propósito de entablar con el Estado “un debate sobre las reglas generales que
gobiernan la esfera, básicamente, del intercambio de mercancías y el trabajo
social”.[4]
Además, la
esfera pública es el espacio donde los ciudadanos deliberan e interactúan
discursivamente, y donde la autoridad del argumento racional predomina sobre
cualquier otra.
En otras
palabras, la esfera pública es el lugar de mediación entre los ciudadanos y el
Estado. El lugar donde se reúnen los ciudadanos con sus intereses privados, que
al deliberar e interactuar con otros, esos intereses privados se constituyen en
intereses públicos y pueden ser llevados a diálogo con el Estado.
En términos
gramscianos, la reunión de estas personas con intereses privados en
organización se traduce en sociedad civil, mientras que cuando van a dialogar
con el Estado, se encuentran con la sociedad política. Para seguir con Gramsci,
este diálogo entre sociedad civil y sociedad política no se da de manera
estanca y separadas, sino que tiene una relación dialéctica, un ida y vuelta
permanente.
Entonces, la construcción
de ciudadanía, para HS, tiene que ver con esta instancia de participación de
las personas en la esfera pública, para que, mediante la organización, en la
sociedad civil, puedan llevar sus reclamos a la sociedad política, el Estado y
sus organizaciones.
Como se da la participación
para Hilda Sábato.
Ella ve durante
estas décadas un participación de “grupos y sectores diversos para expresar su
opinión o presionar por sus intereses de manera directa, sin mediaciones
políticas pero traduciendo reclamos y posturas particulares en términos del
juego local.”[5]
Para esto, ve
tres aspectos que forman parte de un proceso.
En primer lugar,
la expansión de la prensa escrita. En este sentido plantea que hay distintos
grupos o sectores que impulsan este tipo de prensa escrita donde se expresan
los intereses de esos sectores; es así como, por ejemplo, las diversas
colectividades de inmigrantes tenían su prensa escrita que fueron instrumentos
decisivos en la lucha librada por esas dirigencias en el proceso de
construcción y control de sus comunidades. También eran instrumentos de los políticos de
las distintas expresiones políticas organizativas de éstos.
Pero además,
eran esenciales en el segundo aspecto, el surgimiento de la actividad
asociativa. Actividad que estaba más ligada aunque no excluyente, a las
distintas colectividades inmigrantes, que utilizaban estas asociaciones,
principalmente, para la ayuda mutua y como mediadoras entre la familia
inmigrante y el poder político.
Y en tercer
lugar, y ligado al surgimiento de las asociaciones, estaba la acción colectiva
que se expresaba mediante la movilización – mitin-
público o concentraciones masivas.
Estas
movilizaciones eran promovidas por dirigentes de las colectividades extranjeras,
como así también, por dirigentes políticos con intereses concretos; y contaban
con el apoyo de las asociaciones y la prensa.
La autora toma
como ejemplo, una movilización de finales de 1878, que, con motivo del impulso
de una ley que promovía un impuesto al consumo de tabaco, al alcohol y a los
naipes, las asociaciones de comerciantes llamaron a un conjunto de acciones
políticas como petitorios, reuniones con el gobernador, asambleas, y finalmente
un mitin popular contra los impuestos. La movilización se realizó, con una gran
cantidad de asistentes y una movilización callejera inédita para la época, pero
la ley fue igualmente promulgada.
Lo que evidencia
esto, en definitiva, es que la hipótesis de Hilda Sábato, sobre que existieron
distintos modos de participación popular, más allá de las elecciones es
correcta y que éstas fueron parte de la construcción de ciudadanía.
Finalmente
podemos agregar que la exclusión de la mayor parte de la población en los temas
políticos, más allá de la participación electoral impuesta por el régimen
oligárquico, produjo una presión desde abajo para ampliar la ciudadanía. Esta
presión popular habría encontrado respuesta desde arriba en la ley electoral de
1912. Para HS, la existencia de un sufragio universal masculino desde 1821, más
la ampliación del mismo desde 1853 no resolvía el problema; porque para 1912 ya
no se trataba de ampliar la ciudadanía sino de crearla.
Algunas relaciones con textos
anteriores.
Si hablamos de
participación popular, y que ésta es una de las formas de construir y ampliar
la ciudadanía, en la cursada tuvimos varios autores que pensaron este punto.
En primer lugar,
podemos decir que cuando hablamos de participación popular tenemos que definir
de cual participación hablamos y de cuan popular es la composición de esa
participación.
Durante la
cursada vimos distintas formas de definición de popular, aunque siempre se hizo
referencia a que, por un lado existió la participación de la elite, por otro la
de los sectores subalternos. Lo que queda como conclusión de la materia es que
hubo una historiografía que sólo miraba la historia desde la visión de la elite
dirigente; aunque quedó claro que desde los últimos años existe una intención
de estudiar la historia desde la visión de los sectores subalternos.
Para
aproximarnos a una definición de los actores sociales que nos importan, desde
la visión de Antonio Gramsci los sectores subalternos, son ese sector marginado
de la historia o de la sociedad, en oposición a la clase dirigente formado por
las elites que detentan el poder político, económico, ideológico y cultural.
Esta elite dirigía los destinos políticos de forma oligárquica aunque no sin
diferencias internas. Mientras que los sectores populares, gauchos, indígenas,
criollos, afrodescendientes, y hasta pequeños comerciantes, quedaron marginados
a la idea de ser manipulados o movilizados como clientela política.
5 y 6 de abril de 1811
En el texto de
Mariana Pérez se comenta que las
“jornadas del 5 y 6 de abril de 1811 tienen su particularidad en que, por
primera vez, la elite porteña recurrió a la movilización de la plebe para
dirimir sus disputas”.[6]
En este sentido
podemos ubicar la movilización popular, aunque impulsadas por los Saavedristas,
como una forma de intervención de los sectores subalternos en la política
interna. En este caso concreto, se utilizó la “movilización de la plebe” para “en
su voluntad, que se expulsen de Buenos Aires a todos los europeos de cualquier
clase o condición”. [7]
Con esta
participación, concluye Mariana Pérez, la revolución inauguró y legitimó
espacios formales (e informales) para que los hombres y mujeres de las clases
populares de la Ciudad manifiesten, en este caso, “su hostilidad hacia los
peninsulares de cualquier condición socioeconómica”.[8]
La ley electoral de 1821
En este texto,
Marcela Ternavasio, plantea la importancia de la ley electoral de 1821 en la
que “la universalidad del voto se establece, entonces, en la sociedad porteña
prácticamente sin conflicto y bajo la fuerte noción de que su aplicación
traería disciplina y orden en un espacio altamente movilizado luego de la
guerra de independencia”.[9]
En el mismo
sentido, Ternavasio dice que “el nuevo régimen representativo fundado en 1821
reestructuró el espacio político territorial institucionalizando
definitivamente la participación política de la campaña a través del voto y
suprimiendo los cabildos, y renovó significativamente las prácticas políticas
de los actores al establecer el sufragio activo universal y el voto directo”.[10]
Para ella la
expansión de la frontera política tiene que ver con la inclusión de la campaña
a la vida política de la ciudad, y desde allí plantea las formas de
participación y movilización en la campaña y en la ciudad. En este sentido,
plantea que se pasa de un régimen político basado en la competencia
internobiliar a un régimen unanimista, y que eso influyó directamente en las
prácticas políticas de las décadas de 1820 a 1840.
Los gauchos de Güemes
En el texto de
Sara Mata, Paisanaje, insurrección y guerra de la independencia, el conflicto
social en Salta, 1814-1821, la autora plantea también la participación de los
sectores populares en la política. En este caso, en la guerra de la
independencia y al mando de Martín Miguel de Güemes.
En esta
“participación masiva de la población en el movimiento revolucionario a favor
de la patria y su independencia”[11]
y si bien “la formación de Juntas de Gobierno en Charcas y en La Paz fue
acompañada de movimientos insurreccionales de los cuales tomaron parte, además
de las milicias rurales, sectores urbanos y la denominada plebe (…) sería luego
de la formación de la Junta de Buenos Aires y de la proximidad del Ejército
Auxiliar que dicha insurrección alcanzó mayores dimensiones participando en
ella comunidades indígenas que con decisión cercaron la ciudad de La Paz y
ofrecieron a los ejércitos realistas una denodada resistencia”.[12]
Es este caso,
valga la aclaración de que esta participación popular en las guerrillas de
Güemes, fue para intervenir en un conflicto externo, la guerra de la
independencia. Pero en definitiva los sectores subalternos fueron parte de esta
experiencia, mientras que las elites del norte apoyaban a los realistas.
Participación Popular Federal
En el caso de la
batalla entre federales y unitarios la participación tiene varios capítulos.
Para el texto de
Ricardo Salvatore, Expresiones Federales: formas políticas del federalismo
rosista, el autor plantea que existían distintas formas de expresar el
federalismo, por lo tanto de pensar los niveles de intervención. “La causa
federal esperaba de los ciudadanos diversos tipos de adhesión. Ser federal
implicaba a veces lucir como federal, otras veces expresarse como federal y,
con mayor frecuencia, contribuir como federal por medio de servicio personales
o donaciones de bienes”.[13]
En el mismo sentido, plantea que también existían distintos tipos de ser
unitario, por lo menos en el discurso rosista. Existían los pacíficos, los de
opinión, y los empecinados, que prácticamente trabajaban, dice Salvatore, por
la destitución de Rosas.
En conclusión,
para Salvatore, la política atraviesa la vida misma. La vestimenta, las charlas
públicas y privadas, las fiestas populares y las elecciones votando o no, son
en definitiva, la forma de intervención política.
Gabriel Di
Meglio, por su parte, plantea que la composición de la Sociedad Popular
Restauradora era de carácter popular y no eran integrantes de la elite. “Es
decir que era la primera vez que la gente decente no era mayoría en una
asociación política”. [14]
Continúa su argumentación diciendo que el término popular en el nombre de la
organización definía al mismo como de la plebe
o del pueblo. Por su parte la Mazorca, que era un grupo secreto que tenía su
origen en la Sociedad Popular Restauradora, era la mano secreta de las acciones
de terror contra los opositores al régimen del restaurador.
Por su lado,
Jorge Gelman, plantea que en tiempos de Rosas se dio el levantamiento de Los
Libres del Sur. Este levantamiento dirigido por los sectores más acomodados de
la campaña contra las políticas de Rosas, tuvo en un primer momento el apoyo de
los sectores populares; aunque después aclara que estos fueron movilizados por
sus patrones para luego retroceder en su apoyo y brindárselo a Rosas. En este
sentido, tanto estos peones pobres como los indios
amigos luego formaron parte de la base del régimen rosista, mientras que la
represión cayó sobre los grandes terratenientes.
La participación popular en
épocas de la construcción del Estado Nacional 1852-1880
En lo que
refiere a la época de la construcción del Estado nacional, el texto de Oscar
Oslak sobre la generación del 37, plantea la visión de Alberdi sobre la
participación de los sectores populares. Es ese sentido, dice que la idea de
Alberdi es civilizar mediante un “transplante inmigratorio y la educación por
las cosas”.[15]
En su progresismo autoritario o liberalismo conservador, Alberdi creía que la
ciudadanía se construye como un proceso gradualista, y que a la democracia se
llega. Alberdi plantea “la república posible” donde la elite tutela a las masas
mientras la educación por las cosas, difundida por la inmigración, va
cultivando a la población nativa y acercándose al momento de la República
verdadera de sufragio universal.
En síntesis,
para Juan Bautista Alberdi, el papel de los sectores populares debe quedar
relegado a ser dirigidos por la elite y educada por los inmigrantes.
En el caso de
Ariel de la Fuente, en su texto “Los caudillos y sus seguidores: las formas de
una relación” plantea que las masas populares apoyaron enormemente a los
caudillos federales, principalmente a Peñalosa en La Rioja. Los gauchos, dice,
tenían una gran identificación con la causa federal y del caudillo, mientras
que los unitarios no podían movilizar de la misma manera.
Dice además que
los gauchos tienen muchas motivaciones para participar de las montoneras federales. Desde la
motivación monetaria hasta la provisión de ropa, calzado y alimentación a base
de carne. También eran motivados por la resistencia misma al avance de la
construcción del Estado Nacional en las provincias; la represión y la guerra
fueron su forma de experimentar el incipiente Estado.
Crisis institucional del 2001
Finalmente, y
tratando de traer el debate a nuestros días, para la socióloga Maristella
Svampa, la participación popular de los últimos años del siglo XX y los
primeros del XXI, marcaron un cambio de época. Dice esto porque “durante los
´90, la consolidación de un modelo decisionista, fue produciendo un
desdibujamiento de la política entendida ésta como esfera de deliberación y
participación, como espacio de disputa y de conflicto entre proyectos
societales diferentes”.[16]
En cambio, el resurgir de distintas formas organizativas, como los movimientos
de desocupados, las asambleas populares y socioambientales crearon un proceso
de participación “desde abajo” que supieron revalorizar la construcción de
ciudadanía. Esta participación será la contrapartida, volviendo a Hilda Sábato,
de una crisis de representación que se vivió en Argentina en 2001, donde la
participación electoral vuelve a ser bastante escasa. Entonces si la forma de
intervenir de los sectores subalternos no es solo a través del sufragio, la
participación y movilización de los últimos 15 años son una muestra de que la
sociedad civil existe y no puede ser apartada de la política.
A modo de conclusión.
La opinión de
Hilda Sábato acerca de que existieron varias formas de intervención de los
sectores subalternos en nuestra historia política más allá del sufragio, es
correcta. Mientras que para la
historiografía tradicional, sólo la participación en las elecciones y la
movilización clientelar de los
sectores populares era la forma de construir ciudadanía, vimos varios ejemplos
de autores donde coexistieron distintas formas de intervención política de
estos sectores que demuestran que la construcción de una esfera pública, donde
la sociedad civil exprese sus intereses frente a la clase política, es una
acción permanente y que la existencia de la Nación no es solo el producto de la
tutela de una elite esclarecida. La democracia es un régimen político que,
aunque varios la pisoteen, debe ser defendida por todos los actores sociales y
políticos de la nación.
[1] Hilda Sábato, Ciudadanía, participación política y la formación de
una esfera pública en Buenos Aires, 1850-1880. En Entrepasados, revista de revista de Historia, N°6. Pag 68
[2] Ídem. Pag. 68
[3] Ídem. Pag. 67
[4] Ídem. Pag 73
[5] Ídem. Pag 73
[6] Mariana Pérez. Un grupo caído en desgracia: los españoles europeos
de Buenos Aires durante la Revolución de Mayo. Entrepasados N°35. 2009 pag 111
[7] Ídem. Pag 111
[8] Ídem. Pag 122
[9] Marcela Ternavasio. Nuevo régimen representativo y expansión de la
frontera política. Las elecciones en el Estado de Buenos Aires: 1820-1840. Pag.
68
[10] Marcela Ternavasio. Ídem Pag. 65
[11] Sara Mata. Paisanaje,
insurrección y guerra de la independencia, el conflicto social en Salta,
1814-1821. Pag 62
[12] Sara Mata. Ídem Pag 62
[13] Ricardo Salvatore. Expresiones federales: expresiones políticas del
federalismo rosista. Pag 192 /193
[14] Gabriel Di Meglio. La mazorca y el orden rosista. Pag 7
[15] Oscar Oslak. La conquista del orden y la institucionalidad del
Estado. Pag 95
[16] Maristella Svampa - Las fronteras del gobierno de Kirchner: Entre
la consolidación de lo viejo y las aspiraciones de lo nuevo. En www.Pañuelos en Rebeldía.com .ar
No hay comentarios :
Publicar un comentario