Con bronca y dolor estuve leyendo reflexiones sobre la
muerte de los compañerxs Sandra Calamano y Rubén Rodríguez el sábado 2 de
agosto pasado en una escuela de Moreno. Estuve en las marchas convocadas por
los sindicatos por el tema paritarias, lunes y martes; y estuve también el
viernes por esta triste y lamentable situación. El denominador común de los
diálogos entre los manifestantes en las marchas, y de los docentes en las
escuelas, siempre es el mismo: la falta de presupuesto.
Pero me quiero detener en uno de los diálogos del
viernes: el voto de lxs docentes a Vidal en 2015.
Estamos de acuerdo que la mayoría de lxs compañerxs
docentes de la Provincia votaron a Vidal. Por distintas cuestiones. No creo que
sea el momento de enumerarlas todas. Pero, para no pelearme con muchxs, ni
discutir el pasado que no se puede cambiar, prefiero discutir el Presente para
cambiar el Futuro.
Ya tenemos dos elecciones para tomar en el análisis.
Pongamos por caso que muchxs votaron en el 2015 a Vidal en contra de Cristina.
Muy bien. Pero en 2017 ya sabíamos lo que estaban haciendo y también los
votaron. ¿Entonces?
La muerte de Sandra y Rubén debe servirnos para
reflexionar sobre la educación. Sobre salarios y sobre presupuesto. Pero
también sobre el nivel de conciencia política de lxs docentes.
Con respecto a esto último, se charlaba el viernes sobre
las responsabilidades políticas de lo sucedido. Tratábamos de gambetear a los
medios hegemónicos que insistían en volcar las responsabilidades en las víctimas,
como siempre. Entre nosotrxs no había muchas dudas sobre la responsabilidad de
Vidal, la baja de presupuesto y la política sistemática de destrucción de la
escuela pública. Pero no teníamos claro cuál es el nivel de tolerancia de todxs
lxs docentes sobre la desidia de la gobernadora. Algunos decían que “no quedaba
clara la responsabilidad”. Otros decían que “está tan blindada” que no le pega.
Otros planteaban que “si el límite es la represión en Chubut, qué hacíamos con
las muertes”. En fin, no había unanimidad.
Me parece que haber llegado a la muerte significa que llegamos
al fondo. No sólo de la tolerancia salarial o presupuestaria, también del
respeto por la vida humana. Creo que esta situación debe servir para parar la
pelota y dejar de naturalizar la miseria reproduciendo un sistema que está
obsoleto. Lo presupuestario, lo edilicio, lo salarial y los contenidos. Que
estas muertes permitan entender que, mientras gobierne el neoliberalismo, las
consecuencias son el ajuste presupuestario, el cierre de escuelas, la
persecución sindical, la falta de libertades de cátedra, la represión y ahora
la muerte de los trabajadores.
La escuela donde trabajo tampoco está en condiciones. Todas
las escuelas, sin exagerar, son como la 49 en potencia. Es urgente construir un
gran debate nacional sobre las condiciones de la Educación Pública en nuestro
país. Un debate por el futuro. Allí van nuestrxs pibes que tienen que tener
otro ejemplo. Ya los matamos en Cromañón. Ya les endilgamos el “fracaso
escolar” cuando los que fracasamos somos los adultos.
Que las muertes de Sandra y Rubén no sean vanas. Exijamos
justicia y un gran debate nacional. Con su sangre derramada escribamos una
nueva escuela pública, inclusiva en serio, con salarios y condiciones dignas y
contenidos críticos y revolucionarios. Cualquier proyecto para una mejor escuela,
sin dudas, debe empezar por echar a los neoliberales que la destruyen. Espero
que mis colegas nunca más voten gobiernos neoliberales. Ya saben de sobra lo
que hacen.
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