miércoles, 12 de septiembre de 2018



El día del maestrx siempre es una fecha para reflexionar sobre nuestra profesión. A veces no entiendo muy bien si es el día del docente de primaria o de secundaria. Lo cierto es que, en Argentina, se conmemora el día de quien trabaja educando. Y todxs lxs trabajadorxs de la educación la estamos pasando mal.
Sin meterme en el debate sobre Sarmiento, de quien no rescato casi nada, prefiero pensar el presente.

Muchas veces nos ponemos a pensar sobre nuestra profesión, sobre las planificaciones, sobre las condiciones de trabajo o los salarios de miseria.
Las planificaciones son aquellas secuencias didácticas que pensamos, en nuestras casas, con cartulinas, papeles, marcadores o power point. Un trabajo que nadie (re)conoce ni salarial ni moralmente. Es una parte central de nuestro trabajo, porque de ello depende muchas veces el funcionamiento de las clases.
Las condiciones de trabajo son un conjunto de disposiciones y posibilidades de dar clases. Entre otras cosas, infraestructura edilicia, de traslado a nuestras escuelas, el clima de aula y convivencia en las escuelas donde desarrollamos nuestras actividades.
Y el salario es lo que nos da de comer. O casi. A nosotrxs y a nuestras familias.
Desde que soy chico vengo escuchando que la calidad educativa viene cayendo. Escucho a cientos de opinólogxs por día haciendo balances, sacando conclusiones y criticando a lxs docentes. Periodistas, políticos de cuarta, sabelotodos lectores de encuestas de “reader's digest” que opinan sobre la calidad educativa, la formación de los docentes o los paros. Pero poco lxs escucho hablar del rol docente, de presupuestos por debajo de la inflación o de las muertes de compañerxs.  
A pesar de lo que dice el sentido común clasemediero, formado casi siempre en la educación privada y las grandes universidades extranjeras, lxs docentes estamos siempre pensando en mejorar nuestra formación, la forma de transmitir los contenidos a nuestros alumnxs y mejorar la calidad de la educación en general. Sabemos que somos una parte importante de ese proceso. Pero también sabemos que no somos lxs que definimos presupuestos, las obras de infraestructura o la alimentación de lxs pibxs.
Entonces bien, cuando vemos que los presupuestos en educación caen cada año; que los salarios no alcanzan para comer; que nuestrxs alumnxs vienen mal comidos y con ropa prestada o gastada; que las escuelas están en situaciones precarias, sin luz ni gas; nos ponemos a pensar en nuestra profesión.
Nos gusta dar clases. Nos gusta ver a lxs pibxs aprender. Nos gusta acompañarlxs en este momento de su vida. Queremos aportar en su formación para enfrentarse a la vida de la mejor manera. Del otro lado están lxs enemigxs de la educación pública.
A pesar de políticxs maleducadxs; a pesar de periodistas “mal informados”; a pesar de lxs opinólogxs serviles a la dependencia; seguiremos apostando a la educación como una herramienta fundamental para la libertad de las personas. Por eso, cuando vemos la inacción de los gobiernos en materia educativa, sabemos de qué lado estamos.
Defendemos la escuela pública como una trinchera desde la cual resistimos las políticas neoliberales, privatistas y depredadoras; disparando conceptos liberadores y construyendo pensamiento crítico.

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