martes, 26 de diciembre de 2017

Defensa de la alegría


A Mario Benedetti
Por Luis Klejzer

Defender la alegría como una trinchera,

en tiempos de retroceso de los derechos sociales defendamos la alegría. Defendámosla del escándalo de los frívolos de la televisión basura con la que intentan tapar tanto daño. Defendámosla de la rutina de la miseria de nuestros pibes hambrientos y de los miserables que condenan a nuestros pibes a la miseria. Superemos la miseria construyendo con solidaridad un futuro mejor para todos.


Defender la alegría como un principio,

en tiempos de restauración neoliberal y los destinos son conducidos por ceos de principios mercantiles. Levantemos nuestros principios de compañerismo y lucha. Defendámosla de los supuestos neutrales que critican con anteojeras mientras los abuelos se quedan sin remedios. De los infames que mienten en los parlamentos mientras le meten la mano en el bolsillo a millones de ciudadanos. Hablemos, debatamos y construyamos contrahegemonía, desde abajo y a la izquierda.

Defender la alegría como una bandera,

siempre en alto y al frente de las reivindicaciones populares. De la melancolía de los golpistas que añoran viejas prácticas mientras aplauden su lenta reinstalación. De los canallas que pretenden retroceder a épocas oscuras de ganancias fáciles, alta desocupación y pobreza creciente. De la retórica de los escribas del poder que se recibieron en las academias de la infamia y hoy repiten las mismas fórmulas de la mentira por las cloacas de las corporaciones mediáticas.

Defender la alegría como un destino,

porque va a ser nuestro si nos mantenemos alertas y movilizados. Es nuestra historia. Nosotros la enseñamos y entre todos la hacemos. Porque en ella están los Lepratti solidarizando en bicicleta y los Tosco iluminando la clase. Los Maldonado solidarios con los pueblos originarios y los Ferreyra con los precarizados. Los Fuentealba de las aulas devastadas y los Walsh de las cartas abiertas y valientes. Defendamos la alegría del fuego del imperialismo y de sus socios homicidas. Defendamos nuestros derechos que no se toman vacaciones mientras ellos se instalan en las mejores habitaciones a seguir pensando en sus tasas de ganancia.

Defender la alegría como una certeza,

de que triunfaremos unidos y en la lucha. Porque si tenemos certezas es porque creemos en nuestros abuelos de Plaza Lavalle y Plaza Congreso. De la memoria de nuestros pibes del gatillo fácil y de los iluminados en Cromañón. Defender la alegría del óxido de sus pensamientos espurios y fascistas y de la roña de sus bolsillos manchados con sangre. De los oportunistas del miedo y de los votos y de los proxenetas de la risa.

Defender la alegría como un derecho,

frente a sus atropellos y su soberbia. Defenderla de sus dioses verdes y de nuestras deudas a cien años. Defenderla de sus dobles apellidos de calles oligarcas y traerla a nuestros barrios pobres y semi oscuros. Defender nuestra alegría a pesar de la muerte. Proponiendo vida y más vida. Y también de la alegría.

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